Delafé y las Flores Azules, el Ferrero Rocher del pop
Por: Marisol Blanco G. Fotos: Ricardo Gargía Carrión / L. G.
Delafé y Las Flores Azules son un bombón. Un Ferrero Rocher pop. Envoltorio dorado, chocolate sólido con almendras, placer líquido por debajo.
09 Diciembre de 2010 en sala Capitol, Santiago de Compostela, A Coruña
- · Grupos: Delafé y las Flores Azules
- · Público: Medio aforo [unas 350 personas].
- · Precio: 15 euros anticipada; 18 taquilla.
- · Promotora: Music Bus / Ernie.
Delafé y Las Flores Azules son un bombón. Un Ferrero Rocher pop. Envoltorio dorado, chocolate sólido con almendras, placer líquido por debajo, y después, otra capa más, otro arreglo más antes de descubrir la avellana, el alma de un estilo delicioso. Todo un placer.
Delafé y Las Flores Azules, sí, ya sin Facto, siguen su camino. Ya no son un trío, ¿y a quién le importa? Su nuevo disco, el tercero, Vs Las Trompetas de la Muerte no alcanza el gran nivel de La Luz de la Mañana, ¿y a quién le importa? Su directo sigue in crescendo.
En Santiago, Helena Miquel, la mujer de voz dulce se creció tanto que llevó el peso en escena ante un Óscar Delafé algo limitado, un poco por el frío y otro porque faltaba la corista alemana que le apoya guitarra en mano ["un percance repentino de salud ha hecho que regrese a Berlín", dijo al inicio].
Tras una canción de apertura de aire italiano con vistas a la costa azul, esa evocación nostálgica dio paso al clima instrumental que abre el nuevo álbum. Si dos años antes habían tocado en Capitol como trío, ahora la pareja cantante trajo teclados/bases pregrabadas, batería, trompeta y saxo, sumando seis componentes en las tablas, siete si estuviese el comodín germano.
Hay tanto patrón repetido en la escena pop rock que lo de esta banda de Barcelona merece flores mil, sean rojas o azules. Funden pop y hip hop con naturalidad. Visten su repertorio de matices muy cuidados que a veces se esconden bajo la aparente sencillez de canciones bonitas con frases como... "que las flores bailan", palabras que abren imágenes que ellos manejan con soltura y vitalismo.
"La Juani", y ese "¡dale gas!", fue uno de los primeros hits en sonar, al rato vino "Gigante", alimentando el clima de una sala donde se bailaba como pocas veces en una ciudad como Compostela, donde parece estar prohibido ese gesto natural. Helena, vestida como una muñeca con cuerda, con falda-tutu, a ratos con movimientos sincopados, Oscar, yendo, viniendo, luciendo cami autopromocional, y complicidad, mucha complicidad con el público que se sabía cada tema, esa fue la radiografía inicial de una noche donde la naturalidad de Helena y un desparpajo que no tenía hace un par de años tiró de toda la banda, con humor y amor, hecho de gestos, de coros.
Instantes [gigantes] para tirar confeti por la sala, para convertir a la sección de metales en serviles sombrillas chinas alrededor de Helena o para reivindicar a Giorgie Dann y la ligereza del verano con "1984", tema del nuevo trabajo que nos puso a bailar a todos con una coreografía estival. Ese y cortes como el bailable "Espíritu Santo" u otros más contenidos ["Enero en la playa"] también formaron parte de lo mejor de hora y 40 minutos de actuación, incluyendo una ralentizada versión de un clásico veraniego de Hombres G. En los bises, cayó alguno de esos citados hits del nuevo trabajo antes de un cierre con "Solo palabras" y el estribillo cantado y bailado por todo el mundo... "a cualquier lugar".
Y por el medio, Óscar recordó sus visiones la vez que tomó media botella de licor café, ese nectar milagroso para el sol, la sal... en tus labios. Se fueron aplaudidos, mientras la sala pinchaba un clásico de soul festivo de letra noctámbula. Dijeron que volverán a Galicia en marzo de 2011, ojalá.
¡Vivan las noches como ésta!