23 Diciembre de 2023 en Kafe Antzokia, Bilbao

• Grupos: Iván Ferreiro.
• Lugar: sala Kafe Anztokia.
• Precio: 30 en la venta anticipada. Lleno, unas 400 personas.
• Promotora: Get In - Nordika.

Iván Ferreiro abrió su concierto de Bilbao puntual como el Big Ben de Londres. A las 22 h. empezó a sonar "Canciones para no escapar" mientras cruzábamos la puerta, dejando atrás una noche primaveral con el Casco Viejo a reventar y varios conocidos sufriendo por no tener entrada, caso de Kepa Cyod, que tiene un recomendable podcast de música llamado Vado Permanente. En el escenario, Iván, barbicano de 53 años, cada vez más crooner, apareció ante unos teclados en ele, situado en el centro, delante de los seis escalones que descienden hacia el público. Y se fue creciendo, sereno, sin pausa, cantando, tocando y bailando (lo juramos), arropado por su hermano Amaro Ferreiro (guitarra rítmica), Emilio Sáiz (guitarra), Sergio Martínez Puga (guitarra acústica y sintetizadores), Ricky Falkner (coros y bajo) y Xavi Molero (batería), los músicos con quienes grabó el nuevo álbum.

Sonando de cine, por hablar del arte que ocupaba este teatro-iglesia antes de convertirse en 1995 en sala de conciertos, el músico de Vigo, dotado de buen sentido del humor, frenó el notable inicio para saludar, dar las gracias y explicar que estábamos ante una noche especial: "Fuisteis los primeros en agotar las entradas en esta gira, por eso este concierto es muy especial para nosotros... Gracias por venir a vernos por nuestras canciones y emociones porque no creo que hayais venido por nuestra alegría y nuestros bailes", soltó generando sonrisas.

Pisaron el acelerador al interpretar "La humanidad y la tierra", enérgica canción nueva con un logrado guiño a la sintonía que hizo Antón García Abril para "El hombre y la tierra", famoso programa de televisión de los años 70 hecho por el naturalista Félix Rodríguez de la Fuente. Y ahí, el provocativo estribillo de "A bailar" ya nos indicaba que la noche tendría algo de rave a la velocidad de quienes hemos ido a EGB, que una cosa es animar la trinchera pop y otra hacerse devoto del Sónar (antes de ir al Antzoki, de potes, presenciamos un debate sobre si es mejor sacar abono para el Sónar 2024 o el Primavera Pop 2024).

Canciones como "Dejar Madrid" o "M" rebajaron el tempo hacia aguas de nostalgia y emoción serena, envolvente. "No puedo llorar porque luego tengo mocos y canto peor", dijo un Iván divertido a los 20 minutos, añadiendo que no habría bis, que harían el set list del tirón. "La última vez nos quedamos escondidos ahí atrás mirándonos unos a otros sin saber qué decir ni que hacer, así que... ésta vez tocaremos todo seguido y no queremos que os enfadéis, ¿de acuerdo?", preguntó desatando disparidad entre el griterío.

Iván, vestido con camiseta negra, a ratos sentado, en otros de pie comiéndose el micro, y visto y escuchado otras veces danzando por el escenario con sus deportivas, se las sabe todas. Así, fueron llegando luego temas como "Una inquietud persigue mi alma", "El dormilón" y "El pensamiento circular", una de las primeras canciones ya algo coreadas hacia mitad de un concierto de una veintena de pasajes, con una segunda parte centrada en clásicos de la discografía de un Iván Ferreiro que ya suma más tiempo en solitario, desde su primer disco en 2005, que con Los Piratas (1991-2004).

Al tocar "Miss Saigón" se apreció la voluntad del músico gallego por experimentar y no acomodarse, que la gira es larga y la vida cora, apostando en ese pasaje por momentos de alma rave, con sintes, guitarras y rítmica desatadas, reforzadas con él soltando efectos desde los cacharritos de su mesa de control en la nave de su trinchera pop, la suya, la nuestra, la de muchos, animando el ambiente con buenos juegos de cortinas luminosas que saltaban de los azules a los rojos mientras Emilio Sáiz (guitarra) se movía taquicárdico como si tuviera alma de componente de una banda de trash metal.

"En el alambre" elevó el espíritu festivo, sin locuras, que estamos en Bilbao, sonando antes de la tacada final más esperada de canciones convertidas en himnos, como "Años 80" o "Turnedo", con momentos karaoke con los respectivos coros colectivos tipo "Será como aquella canción dee los años 80" y "¿Quién no tiene el valor para marcharse?", y un Iván que, por momentos, parecía aceptar con la boca pequeña el pago de ese precio como autor de un cancionero con hits obligados que sobrevive al paso del tiempo y que, conviene decir, sumará dos o tres temas más gracias a un disco notable como es "Trinchera Pop".

En "Turnedo" no faltó su juego gestual de despedirse mirando al público en todas direcciones al cantar la frase "Digámonos adiós", antes de anunciar que aún no se había acabado el concierto, pero "casi", apostilló para poco después presentar a técninos, promotores, como había hecho antes con los integrantes de la banda (salvo con su hermano Amaro con quien la sintonía es evifente igual en coros que en arrumacos mutuos) .

Y ese tema que titula el reciente álbum, una maravillosa canción que se abre con un uso moderno de la alegría primaveral de Vivaldi, selló el cierre de una actuacion de algo más de hora y media que convirtió al Kafe Antzokia en una embajada de su trinchera pop, con Iván y el resto de la banda bailando sobre el escenario, ya sin instrumentos, en una suave comunión entre cómplices aplausos.

Puede que nuestra vida sea una trinchera pop y aunque no lo sea sabemos que la música en directo ofrece momentos estelares y saltos mortales.

Iván Ferreiro llenó también el día antes, el 22 de diciembre en su bolo del C. C. de Intxaurrondo en Donostia - San Sebastián, allí con Ane Leux como telonera, y ahora tiene por delante conciertos en Burgos, el 28 de diciembe, y el sábado 13 de enero de 2024 en el WiZink Center de Madrid Entradas, allí con invitados como Santi Balmes (Love of Lesbian), Juancho Marques y Juno (el proyecto paralelo de Zahara con Martí Perarnau).