Ahora mismo, vete a su web, escucha "Annie and Me". Hadme caso, escúchala y si no disfrutas... no sigas leyendo, sería perder el tiempo.
Lo ha hecho. Nacido en Los Angeles pero más habituado a las aceras de Nueva York que unas botas de Lou Reed, Wynn... lo ha hecho. En 2008, pasó tres semanas en Ljubljana (Eslovenia) para grabar en el estudio de Chris Eckman [capo de Walkabouts] un discazo que barre prejuicios.
Seré sincero, cuando supe que Wynn sacaba un nuevo trabajo usando arreglos de violines, no sé, pensé en lo peor pero claro gente como Wynn y Eckman se las saben todas. ¡Qué cabrones!
Wynn fue grabando voz, guitarra, bajo, todo en solitario, y luego llegaron los matices para trazar 50 minutos que "no se podían haber grabado en New York", confiesa Steve en el libreto [que incluye las letras].
Editado por Astro, como sus trabajos previos con The Miracle 3, recordemos que este tío giró con los Australian Blonde, el disco lleva emoción, rabia y tacto, mucho tacto, sin que la presencia de la Apollon Chambers Orchestra abrume pero, eso sí, llevando al que fuera lider de Dream Syndicate a tierras nuevas, sonando a Leonard Cohen en "When we talk for ever" o al Tom Waits cabaretero en "Wait until you get to know me".
Hay delicias fugaces, como la rapsodia inicial con guitarra, silbido y voz breve, tema repetido como cierre pero acercando su aire orquestal a su rock de desierto rojizo.
En varios temas le dobla la voz Linda Pitmon [batería habitual de Wynn], eso, más un buen uso del rever y de los efectos que sabe meter Eckman, ayudan a sacarle mayor expresividad a las tonadas de Steve, al que a ratos imagino rodando en coche junto al mejor John Hyatt ["Annie and Me"].
Violines que no cargan, cuerdas de emotiva lentitud en "Punching holes in the sky", otras con luz vitalista en "Bring the magic", y todo sin negarle la cabida a la sencillez de una guitarra solitaria con voz arriba y leves adornos ["Believe in yourself"], o al apoyo de un sobrecogedor crescendo en "Manhattan fault line"; sin olvidar que canciones como "I don´t deserve this", conectan con discos previos de desert-rock de latido perezoso.
Steve Wynn y Eckman, perdón por repetirlo... lo han hecho.
¡Qué cabrones!