Los Estanques ofrecen psicodelia en su máximo esplendor. Esta banda de Santander compuesta por Íñigo Bregel, Germán Herrero, Andrea Conti y Fernando Bolado, publican su tercer LP, con título homónimo, logrando consolidarse como referencia nacional del pop psicodélico.

No es habitual que en estos tiempos que corren en España, reinados por dos escenas que aparentan ser muy diferentes entre ellas, pero que al final se parecen más de lo que podemos creer, como son el indie y el trap, aparezcan grupos jóvenes apostando por el pop psicodélico propio de los 70. Y ellos llegan como un respiro de aire fresco y esperanzador para los fans de este género que ya llevan un buen puñado de años huérfanos.

Los Estanques es un disco más maduro que los anteriores, con estructuras y melodías mucho más arriesgadas que te pegan un viaje directo a aquella época dorada de finales de los 60 dónde ocurrió el Big Bang de la psicodelia con discos como el Odessey and Oracle de los Zombies o The Beatles (popularmente conocido como The White Album. De los Beatles, obviamente).

A pesar de estas claras influencias, es un álbum más directo y eléctrico que los referentes citados, más acorde al periodo musical hoy en día. Es decir, las canciones no son nostálgicas composiciones declarando que cualquier tiempo pasado fue mejor. En absoluto. Los cántabros supieron mantener la esencia del pop más clásico y del rock progresivo y, de alguna manera, no sonar anticuados.

Además, el hecho de que las letras sean en castellano tampoco debe pasar desapercibido: la mayoría de los grupos con clarísimas influencias británicas o americanas tratan de mantenerse fieles al estilo y cantan en inglés. Sinceramente, antes de escucharlos por primera vez, estaba un poco escéptico: pensaba que serían otra banda indie del montón o algo tipo Rufus T. Firefly. ¡Chorradas, qué equivocado estaba!

A pesar de cantar en nuestro idioma, se alejan de clichés y las letras son tan psicodélicas y abstractas como su sonido. Esto es muy beneficioso, sobre todo, en dos sentidos: 1. Se abren puertas. El público español medio de la escena independiente que consume música nacional lo hace, sobre todo, en castellano. Quizás porque de primeras es menos fácil conectar con un idioma extranjero, las formaciones que cantan en inglés (que vendría a ser la lengua original del género que practican Los Estanques) siempre tienen menos repercusión, exceptuando quizás Morgan, que han logrado saltar esa barrera y llegar al gran ppúblico.

2. Prescindir del inglés les convierte en un acontecimiento aún más extraordinario. La mayoría de conjuntos que apuestan por sonidos americanos o británicos en España entonan en ese idioma. Véase Morgan, como ya he citado; Joana Serrat; o Salto, que quizás haya sido el primero de esta nueva generación de artistas en apostar por el power-pop o la psicodelia en sus álbumes, sirviendo presumiblemente como referencia cercana a este combo cántabro.

El trabajo abre con “Ahora”, tema de menos de un minuto lleno de murmullos que te deja más que descolocado. Si nunca antes habías escuchado a la banda, no sabes qué demonios esperar de este disco; pero ahora llega “¡Joder!”, que es una más que evidente declaración de intenciones que disipa cualquier escepticismo con un frenético riff. Los coqueteos con las melodías arriesgadas que tanto los caracterizan aparecen por fin en “Clamando el error”, uno de los puntos fuertes de este trabajo.

Y hablando de puntos fuertes, el pico más alto del disco es sin duda “Amor-odio”. Deduciendo que se trata de un tema dedicado a algún tipo de sustancia alucinógena, lo más importante de esta canción son los cambios de intensidad y ritmo comparables a un buen colocón.

Algo así como en “Heroin”, de Lou Reed, si se me permite la comparación, donde la dinámica variante de la canción es crucial para entender qué sentía el bueno de Lou cuando se metía un chute. En el clímax de la canción de Los Estanques aparece la psicodelia en su estado más puro. Los sonidos viajan de un lado a otro de la cabeza y, de alguna forma, tú también experimentas un colocón.

Por ponerle alguna pega, es un LP que no da un respiro hasta que llegan los últimos minutos con “Vincenzo II Camminante”. Es todo muy intenso y veloz y alucinante, con tantas subidas y bajadas que se te pone el corazón a mil por hora y no eres capaz de seguirle el ritmo.

A veces es necesario meter en la segunda mitad del disco un tema que sirva para recargar fuerzas para afrontar lo que queda con toda la energía necesaria para disfrutarlo como merece. De todas formas, trabajo mayúsculo de una de las bandas más prometedoras del momento, merecen mucha más atención de la que tienen. Pero supongo que es su condena: en España, si te alejas del indie o el trap en estos días, sabes que lo vas a tener más complicado. ¡Larga vida a Los Estanques!