Mark Knopfler tiene 63 años y desde mediados de los años 90 no quiere saber nada de Dire Straits, el grupo de rock que le dio fama mundial y que tanto imitan las canciones de Fito y Fitipaldis. Este musico británico camina en solitario desde hace siete discos. 
Y aquí lo hace dando un paseo en furgoneta de kilometraje largo, tanto que une el folk de Escocia con el sonido roots de Nasville.

De esas dos geografías proceden los músicos que tocan a su lado en estas 20 canciones, la mitad de ellas de cinco minutos. Es decir, música sin prisas.

Me ha costado escuchar el primer disco, algo monótono. Salvo "Privateering", donde hay algún cambio de ritmo que sí demuestra nervio, y "Corned Beef City", corte algo más alegre que la media, el resto me genera cierta monotonía al escuchar tanta guitarra suave entre acordeones y flautas folkies. Además, creo que a la voz de Knopfler le falta swing para encajar en ese estilo.

Sucede todo lo contrario en el otro disco, donde domina el blues.
Ahí parece más cómodo. A veces me recuerda a J. J. Cale en canciones como "Blood and Water" o a John Hyatt en "Bluebird", siempre salvando las distancias porque Knopfler tiene matices y estilo propio.
En esa segunda mitad está lo mejor de Privateering y, como en la otra rodaja, todo empieza con un sereno corte de aire celta.
A nivel folk, en el cd 2, brillan baladas como "Kingdom of Gold", y en la cara bluesy cortes como "Gator Blood" [con el único solo de guitarra con cierta malicia sureña en un álbum excesivamente limpio] o "Got to Have Something" [la armónica le da otro color cada vez que aparece] y "After the Bean Stalk" [con genuino sabor de piano bar]... dentro de un trabajo que llega tres años después de sacar, Get Lucky, y donde Knopfler firma todos los temas. 

En este doble, Mark demuestra su basta cultura musical y su generosidad al lanzar 20 canciones donde su Fender convive con una quincena de músicos a los que nunca busca eclipsar, y eso, para mí, se llama talento.

· www.markknopfler.com