Hace unos días encontré un buen momento para ver de una vez 20.000 días en la Tierra, el documental sobre el músico y escritor Nick Cave. En él se trata de explicar, de una manera más o menos ficticia, lo que sería un día normal en su vida. Todo esto bajo un halo de nostalgia y melancolía necesarias para entender lo que, en mi opinión, es la cuestión de la película: De dónde nacen las canciones. Cave dice haber creado un mundo en el que se encuentra a gusto, donde realmente puede ser él. Un Universo construido a base de letras y melodías, que lo mantiene ajeno totalmente a lo que sucede a su alrededor. Como metido en un sueño, en el que, inevitablemente, despiertas, a veces por voluntad propia, pero otra veces no... Las veces que no es por voluntad propia puede pasar que inmediatamente salga de tu cabeza lo que estabas componiendo. Para esos momentos no duda en soltar un sonoro SHIT por su boca, como hastiado de haber utilizado ese cable a Tierra sin quererlo, o como cuando alguien derriba por accidente ese castillo de naipes que tanto te estaba costando terminar. Me encandila con esas explicaciones de creador de canciones o ese dialogo grabado cuando, en su propio archivo, le muestran la imagen de su mujer. Simplemente increíble, solo al alcance de algunos junta letras. Parece que su intención es guardar los buenos recuerdos de la infancia en un puñado de canciones o de libros, como si tuviese un miedo atroz a perder la memoria en cualquier momento. Eso sería como perder la llave de su mundo... La verdad es que al verlo no supe distinguir entre la verdad y la ficción, y casi siempre es eso mismo lo que espero de un artista como Nick Cave, dónde empieza la verdad y dónde acaba la leyenda. Si lo descubriese quizás perdería esa aura misteriosa y seductora que me transmiten sus canciones pero, al menos, después de ver esto te reconoces en la persona de carne y hueso que utiliza sus miedos para seguir creando arte como una necesidad vital fuera de los focos. ------------------------------ por Antonio / Músico, cantante de Yeska