Algún economista estudiará un día el caso de las discográfcas, uno de los negocios más rentables del siglo XX, mina de oro que se acabó secando por nula adaptación a los nuevos tiempos.

En pleno nuevo milenio, ese filón ya no existe y sus empresas sufren para seguir adelante. Como la energia, el dinero nunca desaparece, cambia, se transforma, y ahora que bajan los ingresos en las discográficas, el negocio está en los politonos y en los conciertos.

En medio de una industria musical llena de fusiones, compras, venta y confusiones, Gran Vía Musical [grupo Prisa] se ha hecho con la dirección de Planet Events y RLM, promotoras que trabajan con artistas de carácter puramente comercial [Miguel Bosé, Ana Torroja, Juanes, Junior...] y otros más valientes [Caetano Veloso, Franco Battiato, Second, Marlango...].

Desde hace tres o cuatro años, los sellos, al bajar la venta de discos, buscan acuerdos para sacar tajada del dinero que ganan los músicos con sus giras, actitud que choca con el interés del trio formado por grupo + manager + promotora.

Del dinero generado por la venta de discos, el grupo se lleva muy poco [un porcentaje vergonzoso que roda el 10 por ciento o menos], de ahí que los cambios a nivel de formatos les afecten menos, al contrario que les pasa a los sellos. Algunas discográficas llegan a acuerdos con cada grupo y/o artista pero saltan chispas porque el músico defiende su parte del pastel, y hace bien. Por eso aparece ahora otra fórmula para comer algo de la tarta de los directos: comprar las agencias de management que organizan las giras, justo lo que acaba de hacer Gran Via Musical al hacerse con más de dos tercios de las citadas promotoras.

Jesus C.