27 Julio de 2010 en Praza da Quintana, Santiago de Compostela, A Coruña

• · Grupos: Diana Krall + Elvis Costello.
• · Público: Entradas agotadas [sobre 1800 localidades de asiento]
• · Precio: 22,25 euros anticipada, 33 euros taquilla.
• · Promotora: Xacobeo.

Diana Krall careció en Santiago del feeling que convierte canciones en... emociones. ¿Su actuación? Correcta. ¿Su repertorio? Correcto. ¿Su fama? Grande, su directo no tanto. Elvis Costello es otra cosa. El músico británico conectó con el público desde el primer tema y el nuevo disco country del eterno adolescente con gafas a lo Buddy Holly sonó inmenso respaldado por una banda acústica donde el dobro de Jerry Douglas sobresalió sin hacer ruido, como hace todo buen secundario.

Diana Krall, a diferencia de su concierto en Madrid [ciclo Veranos de la Villa] apareció puntual, al filo de las 22.30 h. Salió vestida de negro riguroso, sentada ante su piano a juego, junto a su habitual formación de trío, guitarra, contrabajo y batería pero empezó a tocar, a cantar y pronto vimos que su guitarrista de apoyo estaba más cómodo que ella misma. A los 15 minutos, Diana se detuvo a piropear el lugar, "una increible ciudad", dijo, pero algo no iba bien.

Krall es uno de los fenómenos mediáticos mejor explotados del pop actual [no del jazz], bastó con ver ciertos aplausos regalados por parte del público [¿el mismo que abandonó sus sillas cuando salió a tocar Elvis Costello?].

La maravillosa "Boulevard of Broken Dreams", original de una antigua película sobre el Moulin Rouge, hizo que sí, que ella, su piano y su banda, cobrasen altura en un paseo/fraseo parisino donde Krall sí justificó su caché. Lo mismo sucedió con "So Nice" [Summer Samba], delicioso clásico brasileiro popularizado por la voz de Astrud Gilberto, y que fue lo mejor del concierto, si exceptuamos la aparición a mitad de show de un Costello con pantalones verdes, sombrero y guitarra en mano, para hacer un tema a medias con ella... de resultado desigual. Eso sí, se aplaudió mucho el beso que se dieron antes y después de compartir escenario.

Mientras, entre las filas de sillas, parte del público sufría acoso [o casi] de los guardias de seguridad, yendo de un lado a otro para borrar fotos de cámaras y de teléfonos móviles, al parecer, por orden expresa de Krall, lo que suena anacrónico y a que alguien necesita un sicólogo o ignora en que era vive... ¡y estamos en el 2010!

Diana Krall hizo un hueco para homenajear a Nat King Cole, rescatando un tema de All for you, disco dedicado por entero a ese cantante y compositor cuya herencia pervive en la voz de su hija Nathalie. Luego, la pianista canadiense optó por un estandar del cine musical, "Cheek To Cheek", cuya alargada versión dio hueco para solos, idas y venidas, con el guitarrista improvisando campanadas desde las cuerdas bajas, todo un guiño a las campanas de la Catedral, que a ratos interrumpieron el concierto, como lo hicieron con Ben Harper días antes.

La torre de la Catedral está junto al escenario y se coló en varias canciones. La primera vez, Krall se sobresaltó y soltó las teclas ante el primer "Goooooom"; la segunda hizo que el bajista soltase el mástil para reirse; y la tercera, con esa broma del guitarra. En el bis, de única canción, se cerró poco más de una hora de repertorio en vivo con Krall algo rígida, sin la calided que pide una buena noche de jazz, quizá lo suyo no lo sea.

Elvis Costello, del country a sus inicios con Red Shoes

Elvis Costello, londinense nacido en 1954, es diez años mayor que Krall y parece al revés. Es un músico extraño. Su debut data de 1997, y desde entonces hace lo que le da la gana: new wave, power pop, un disco con los violines del Brodsky Quartet, otro a medias con Burt Bacharach, versiones, temas para su mujer [Krall]... y ahora gira con una banda acústica de virtuosos del country estadounidense, con ellos grabó Secret, Profane & Sugarcane [Hera, Starbucks / Universal, 2009], disco que dejó escuchar en su web antes de su edición, como mensaje para sus fans.

Ese álbum motiva este concierto en Santiago, también extraño porque Krall y Costello giran por Europa, pero cada uno por su lado, rara vez juntos la misma noche. Folk, country y actitud de pub rock, o lo que es igual... espíritu rock and roll previo a la industria, así suena Costello con los Sugarcanes.

Empezaron con "Mistery Train", es decir, tocando alto y rápido una canción de Elvis... Presley. Y esa versión marcó todo el viaje, tendríamos sentido del humor, vitalismo y buena música tocada a pleno sentimiento y proximidad hacia el público.

Violín, mandolina, contrabajo, acordeón/teclado, guitarras acústicas [él solo tomó la eléctrica en un tema, creo recordar y lo hizo como diciendo: "Me pide participar"] y dobro, un dobro casi mágico en manos de Jerry Douglas, maestro siempre en segundo plano.

Que una canción folk, de cuando el folk era la música que rodeaba la vida de obreros y borrachos, como es "Slow drag with Josephine", fuera presentada como "Un rock and roll de 1921", deja claro la comicidad de Costello y su capacidad para darle gracia y cuerpo a cualquier tonada.

Esas demostraciones del nuevo disco convivieron con temas propios de su inicio, caso de "Red Shoes", que sonó muy festiva gracias a un auditorio volcado como si todos estuviéramos en clase de inglés ensayando con el profe estribillos y sonrisas. El lado opuesto, el íntimo, llegó con "She", la composición de Aznavour famosa en la versión de este británico gracias a la banda sonora de la película Notting Hill [Julia Roberts, etc], y cuya interpretación revela que hoy, ahora, Elvis Costello encarna la sensibilidad Beatles mejor que su amigo Paul Mc Cartney.

Durante la hora y media de show, con varios bises incluidos, Elvis se mostró bromista, amable hasta el punto de citar cosas de la ciudad, como el vino o... "Fundador", quizá aludiendo a la conocida marca de brandy jerezano, Elvis cantó bien, tocó mejor, sonó sincero y demostró que con un repertorio tranquilo se pueden hacer maravillas si hay talento y banda a la altura para ello, Costello lo sabe y repitió varias veces los nombres de sus integrantes.

Diana Krall apareció para cantar con ellos tres o cuatro temas, en uno poniéndose cerca del atril, al parecer por no saber la letra, y a ratos pareció más cómoda junto a un Costello que pule desde hace décadas una carrera ecléctica que le hace especial, ¿cómo si no es posible que los temas de este album con Sugarcanes sean todos de Costello [alguno a medias con T Bone Burnett, el productor] y parezcan tan suyos como de autores de hace décadas?.

De ese pequeño set con el matrimonio junto en escena, destacó "Wide River To Cross", de Buddy Miller, un don nadie que quizá sea más conocido en otoño con el nuevo disco de Robert Plant [Led Zeppelin], adjuntamos video para que veais cómo suena una campana como apoyo de este duo; y como cierre previo al bis, otra versión, esta vez de un amigo de Costello, Nick Lowe: "Peace, Love, and Understanding", Paz, amor y comprensión. ¡Vaya lema!