Nakany Kanté es una cantante guineana que lleva diez años en Cataluña, donde este tercer disco gana eco dentro del circuito de la world music, como prueba su presencia en el ciclo de conciertos del Mercat de la Música Vica de Vic (Barcelona). A todo ello alude ella desde el mismo título, "De Conakry a Barcelone".

El primer corte del álbum, "Faden Sawo" entra fresco, un tempo medio luminoso. Luego Kanté va rebajando la anergia en los dos siguientes cortes. cantando casi siempre con esos coros cálidos que tanto caracterizan a cierta música africana que entró más en Europa en los años 90, y que marida bien con el pop a poco que abras las orejas.

En "Samedi"  vuelve la cara más vitalista de esta cantautora africana, con un corte muy cuidado a nivel instrumental, palpitando, in crescendo, irradiando optimismo.

En "Ikanawa" nos regala una balada a guitarra para cantar un tema que habla del amor a distancia, según indica en el libro interior de este digipack, explicación que se agradece ya que canta en malenké.

Editado por Kasba Music, sello catalán que es un referente a la hora de hablar de sonidos mestizos, es un disco grabado entre las dos geografías emocionales que cita el título, ilustrado por la fotografía de una sonrisa que sobrevuela toda la escucha.

Nakany Kanté (nada que ver familiarmente con el anorado Mory Kanté), grabó la parte barcelonesa arropada por músicos como Momi Maoga, kora; Nacho Lesko, teclados; Carlos Sarduy, congas; Rim Akandoh, batería; Pape Mbodj, batería; Simonlyricz, bajo; Vicente Juan, bajo; Oumar Ngom, djembé; y Djekoriamory Knaté, en guitarra. Todos coordinados por Fernando Redondo Dinky en los estudios Blackbird con la asistencia de Guille Pérez y Charlir Moreno.

Uno de los atractivos de este disco es comprobar que late la influencia musical africana entre nosotros, de hecho, en el álbum pone congas el citado Carlos Sarduy, que fue miembro de Ojos de Brujo.

El disco concluye con "Papada", un cuento sin prisa, con pausas que generan la magia propia de todo relato oral aunque no sea un tema a capella, cerrando el viaje con "La Paix", su apuesta "por la paz de verdad", una canción hermosa, nada ñoña pese a la delicada causa que la inspira, hasta el punto de plantearse como una composición festiva que aviva el apoyo vocal de Mu Mbanda, Las Bajas Pasiones y Pinan 450f (citan a Nina Simone).

Porque, sí, Nakany canta bien pero además se moja, algo muy valiente que revela la evolución de la world music.