Hace unos meses, a finales de 2018 y principios de 2019, no había conversación musical que no empezara, terminara o versara sobre Carolina Durante. Estaban en la boca de todos: público, promotores, crítica. Si no hablabas de ellos no importabas. "Los salvadores del rock", "el aire fresco de la música española", "la nueva sensación". Y nosotros nos preguntábamos, ¿serán para tanto?

Hemos dejado que se deshinche un poco el globo y… No, efectivamente no son para tanto. Ni para ganar premios nacionales a mejor banda emergente ni mucho menos a disco del año, ni por supuesto para encabezar la segunda línea de muchos festivales nacionales de 2019.

Seguramente lo que cantan en "Buenos consejos, peores personas" es la clave para entender parte de esa burbuja: “No, tú no me tomes tan en serio, con lo que digo hoy, mañana no estaré de acuerdo".

Dejar fuera de tu disco debut las canciones que te han aupado a la cresta de la ola es un movimiento loco, arriesgado y valiente, aunque insuficiente y desacertado cuando el resto de los temas no están a la altura de esos primeros hits titulados "Cayetano" y "Perdona, Ahora sí que sí" (junto a Amaia Romero, ganadora de OT), pero desde luego está en línea con la actitud rompedora e impredecible que es parte de su bandera.

Al César lo que es del César, Carolina Durante sí que son frescos, descarados, irónicos, incluso graciosos y sin miedo al ridículo. La voz de Diego no aguanta dos asaltos (de ahí que tengan que doblar su pista vocal en prácticamente todos los estribillos para darle algo de punch) ni tiene más de una octava y media de registro, pero tiene su enganche con su fraseo desganado pero impecable.

Hay algo de los Vaccines y de Interpol por ahí, las guitarras fuzzeadas y distorsionadas y trazas de sonido shoegaze, aunque obviamente de donde más beben es de Los Nikis, Un Pingüino en mi Ascensor y Hombres G, incluso hay bastante de Dorian, crónica de concierto, por buscar una referencia más cercana en el tiempo. Todo ello metido en la termomix junto a un ritmo endiablado (hemos contado al menos 6 de las 10 canciones por encima de los 160 bpm, una locura) dan el resultado de uno de los discos más escuchados de este año en España.

"Joder, no sé", suena descaradamente a "Heroes" de David Bowie, pero con la temática exactamente opuesta: la inseguridad y desidia de los jóvenes, los nacidos a finales del siglo XX, que hemos vivido en una época fácil que nos ha hecho inactivos y pasotas. Intenta ser el gran himno del álbum (y seguramente así es para la mayoría), pero realmente no lo es.

La mejor canción del disco es, curiosamente, la última, "El perro de tu señorío", que no necesita sonar espidica ni irónica para entrar fácil. Si eliminas la pista vocal podría pasar perfectamente por una canción de Glasvegas, pero pasada por la lente de un millenial español: "Quiero que me mires como miras los desastres que se emiten por la tele y que finges que te importan".

Lo mejor: la frescura y el desparpajo. Las buenas influencias y lo bien que están integradas dentro de un sonido propio. La ironía de las letras, fina y no tan fina.

Lo peor: el bombo y los platillos que rodean a esta banda y este disco, dado que no les hacen ningún bien y lo único que consiguen es crear unas falsas expectativas que, de momento, no son capaces de consumar.