Tras década y media disfrutando cada uno de los discos de Alondra Bentley en su lengua materna (todos muy recomendables), el cambio de la artista anglo-española al castellano me planteaba ciertos reparos. Sin embargo, fue suficiente con escuchar las primeras estrofas del tema que abre su nuevo álbum, "La corriente", para disipar cualquier duda. Alondra frasea con una nueva intención, su voz se adapta a los matices de un idioma de sonoridad muy diferente e incluso me atrevería a decir que canta mejor que nunca.

Alondra Bentley lanza "La Materia" seis años después de su anterior trabajo, "Solar System" (Mont Ventoux, 2018), descontando esa canción suelta lanzada en 2022, llamada "Si tuviera" aunque, bueno, como última composición previa en realidad estaría la de la BSO de "Segundo premio", la película sobre Los Planetas.

Este nuevo disco, el primero en castellano, gira sobre las preguntas trascendentales del ser humano, no para dar respuestas, sino para asumir la realidad tal y como es, disfrutando del recorrido y haciendo nuestro propio camino, sin dejarnos arrastrar por la corriente. Pero no os asustéis por una temática tan ambiciosa, ya que Alondra sabe llevarnos a su terreno con total naturalidad: un toque electrónico por aquí, un ritmo tribal por allá, paseos por el tono folk de sus inicios, y siempre unas melodías brillantes, con los arreglos justos (qué bien suena todo), unas letras que impresionan por su claridad y profundidad. Y sí, como siempre, por encima de todo esa voz tan personal que emociona con su cercanía y calidez.

Alondra Bentley nos va llevando canción a canción por su universo personal, con esa dualidad entre lo material y lo espiritual, desde su visión como individuo capaz de tomar sus propios caminos y de despojarse de lo superfluo. La naturaleza del bosque y el río como símbolo de lo esencial, la continua lucha personal para ser quien se quiere ser, todo ello sin dejar de mostrar una sencillez y una serenidad que impresionan. Y, en medio de ese camino vital, un par de lo que yo doy en llamar canciones bonitas, de esas que podría escuchar 100 veces seguidas: en "Marchar" nos emociona la entereza de aceptar la muerte, en este caso la de su madre, como parte de ese recorrido; en el otro lado, "Fugaz pero eterno" nos muestra el inicio de dicho camino a partir de su propia experiencia como madre capaz de visualizar ese proyecto de vida que crece dentro de ella. Para cerrar el círculo, la onírica "Bosque ancestral" nos eleva a las alturas, con la voz de Alondra resonando en eco hasta que se hace finalmente el silencio. Pero, cómo no, las ganas de volver a escuchar el disco desde el principio son imposibles de contener.

Uno de los discos más brillantes y emocionantes de los últimos años. Así de sencillo. Así de grande.