Vetusta Morla... gran desastre animal
Por: M. Blanco G. Foto: archivo
Cuando un concierto se abre con el líder del grupo cantando 30 segundos de la primera canción con el micrófono apagado y acaba con un bis acústico donde desafina y la guitarra se acopla.
28 Julio de 2011 en Praza da Quintana, Santiago de Compostela, A Coruña
- · Grupos: Vetusta Morla
- · Público: Lleno, 5.000 personas.
- · Precio: 15 euros anticipada, 18 euros taquilla.
- · Promotora: Xade Multiusos de Sar.
Cuando un concierto se abre con el líder del grupo cantando 30 segundos de la primera canción con el micrófono apagado y acaba con un bis acústico donde desafina y la guitarra se acopla... algo va mal aunque mucho público acabe feliz. Los Vetusta Morla han tocado por primera vez en Santiago y han estado tan flojos, ellos arriba, y sus técnicos abajo, que duele contarlo. Ojalá agarren sus mapas y encuentren el camino de la mejoría.
Vetusta Morla en Santiago. Llegan y llenan la Praza da Quintana en un bolo de pago, gran logro en los tiempos que corren. 22.20 h. Noche de verano, plaza hermosa, compañía cómplice y escenario con el grupo revelación del pop rock de los últimos años junto a Russian Red.
Sale la banda madrileña. Aplausos. Gritos. Más aplausos. Más gritos. Público rendido. En las primeras filas, laten muchas camisetas alusivas junto a pancartas de cartulina con mensajes de pasión adolescente. Pucho, vocalista, toma el micro, canta, canta pero... no se le oye. Ni él ni sus compañeros se inmutan. Pasado medio minuto alguien da al botón y al fin vuela la voz. No pasa nada, pienso, cosas del directo. Arrancan con actitud enérgica, yéndose arriba, tanto que acaban ese primer tema con el batería desmontando un platillo.
Abren el set con temas del nuevo disco, Mapas, un segundo disco lejos del alto nivel de su debút. Todo es expectación. La noche está preciosa. La plaza está llena de gente pero falta alguien, no están las guitarras, no se escuchan, ni en un tema, ni en otro. No pasa nada, pienso, ajustes lógicos de todo comienzo...
Suena "Copenhague", del primer álbum, que tira una liana y así el ambiente sube mil metros. Luego tocan "La Marea", que ya estaba en su primera maqueta. Su tempo sereno revela que Pucho va justo, casi tanto como los técnicos de sonido. Un coro de quinceañeras grita a la media hora: "¡No se oye, no se oye!" Siento que no será un buen concierto. Otra cosa es que pueda ser una gran noche.
Me escapo a por bebida, en la barra lateral de abajo [la plaza tiene escaleras y una parte superior al fondo a modo de balcón gigante]. Allí hay dos personas y un solo grifo de cerveza, poca intendencia para una marea deseando echarle tragos al alma. Emigro rumbo a los dos bares abiertos tras el escenario y que veo vacíos porque mucha gente ignora su ubicación. Vuelvo haciendo equlibrios con los katxis porque están tocando "Valiente", y la gente se desata. Llego vivo y la cerveza, que es lo importante, también.
Vetusta Morla siguen sonando a grupo primerizo con varias lecciones por aprender. Solo escuchamos el bajo y la batería, no hay guitarras, no hay matices, y aunque Pucho se mueve constantemente eso no basta. No puedo evitar compararles con Nacho Vegas, Russian Red, Iván Ferreiro, Delafe y las Flores Azules, entre otros directos que he visto ultimamente y decir que su diercto está por debajo del nivel medio.
Un dia en el mundo, ese debut que les ha convertido en músicos profesionales, gana peso en la segunda parte del concierto. El público improvisa varias veces los coros alegres del "Saharabbey Road". Los coros de la banda suenan peor, el demonio de los micrófonos sigue incordiando. En el escenario, un buen equipo de luces poco aprovechado dibuja sombras sobre Pucho, que saluda, grita, anima y ataca las lecciones de geografía emocional de "La cuadratura del círculo", llevando el barco de la noche hasta... "Quito, Ecuardor, Lima, Perú, Buenos Aires, Argentina, no llores por mi más", canta todo el mundo. Antes ha sonado "Mapas", que da titulo al nuevo trabajo.
Buen cierre del tracklist inicial. Se van, todos sabemos que van a volver. Vuelven. Salen solo Guillermo Galván, el guitarrista con la barba de tres días y Pucho.
Sentados al borde del escenario provocan un vaivén de delirios. Guillermo intenta tocar su acústica pero suena un acople, prueba de nuevo, y cae el sopapo de otro acople, y luego otro, y otro, así seis o siete veces. Pucho bromea como puede. Siguen intentándolo pero nada. Así hasta que sale un técnico y separa un poco un altavoz. Al fin tocan "Pequeño desastre animal" pero nadie escucha la guitarra, por si fuera poco, al minuto, estallan en el cielo los fuegos artificiales de la Praza do Obradoiro, situada a 50 metros, sede cada día a esa hora de un espectáculo de 4D con pirotecnia pero se ve que nadie ha avisado de ello a Vetusta Morla y su momento íntimo queda desdibujado. Pucho da las gracias, y por segunda o tercera vez saluda en galego, igual que en Barcelona lo hizo en catalán, un bonito detalle.
" Un día en el mundo" hace que el clímax colectivo suba varios pisos en un bis donde ya toca la banda al completo tirando de su habitual atacada de megahits de su estreno. Se van y vuelven, una noche de verano como esta, puestos a pedir... lo pide, lo exige. "El hombre del saco", lo mejor del nuevo álbum, añade más madera con ese genial detalle de la percusión con baquetas en manos de parte de la banda, detalle que junto al estallido de rabia de Pucho golpeando un bidón son de lo mejor del show.
Dan las gracias, como lo han hecho a mitad de concierto, y se van para firmar autógrafos, no sin antes presentar a las 10 personas que junto a ellos comparten el equipo de su actual gira. En escena, Pucho saluda y recuerda que hay un puesto de merchandising "con unas chapitas musicales muy guapas..."
En el tracklist tampoco ha faltado "Maldita Dulzura". Maldita y amarga, añadiría. Horas más tarde, nos cruzamos con unas universitarias de Vigo, no sueltan sus coloristas pancartas vetustas ni las baquetas que les ha regalado el batera David García. Les comento el disgusto tras este bolo regular de casi dos horas [donde también sonó "Rey Sol"] y una concluye diciendo: "Para gustos..."
Tal vez sea eso, que fui a disfrutar pero no como una fan.
Bendita dulzura la de ella.