Por: Mikel Lizarralde Picaza
02 Noviembre de 2019 en Kursaal, San Sebastián Donostia
Lo cierto, es que asentados en un repertorio envidiable e increíble (podrían haber presentado prácticamente dos set-list distintos cada uno de los días sin que el resultado se resintiera), hace tiempo que los madrileños Vetusta Morla abandonaron el Olimpo del indie para asentarse en el Olimpo, así a secas, sin más adjetivos, ensanchando su público y el eco de sus trabajos, hechos con paciencia y mimo, hasta romper el corsé del mercado independiente.
Con un buen número de canciones que podemos considerar himnos y que, sus incondicionales (como decimos, que cada vez son más) gritan y corean con intensidad y energía, en una comunión total con el grupo.
Donostia no escapó a la magia de los de Tres Cantos y disfrutaron y mucho, con Pucho y el resto de sus compañeros en Vetusta Morla. Por lo visto, en los dos recitales, es más que probable que si hubieran programado un tercer día, el público también hubiera respondido.
A favor del sexteto debemos reconocer que tienen un dominio del escenario brutal y que saben ofrecer un espectáculo que va más allá de sus magnificas canciones. Pucho conecta enseguida con el público, canta, baila y moviliza a todo el mundo.
Comienzan sin grandes discursos (las buenas canciones son el mejor discurso), pero, por la puerta grande.
En principio, aunque hayan pasado dos años, estos conciertos se enmarcan dentro de la gira de “presentación” de su último trabajo, “Mismo sitio, distinto lugar" (2017), ofrecieron un conjunto de sus 4 trabajos publicados.
El espectáculo de luces, vídeo y sonido, fue brutal y vestía a las canciones haciendo un todo mágico y envolvente. Y allí fueron desfilando, una a una las Canciones (así, con mayúscula); deseame suerte, Palmeras en la mancha y golpe Maestro para empezar. El sonido perfecto, tal vez, y por poner alguna pequeña pega, algunas veces, costaba escuchar la voz, tapada por el resto de los músicos. A esta alturas, en el Kursaal no quedaba nadie sentado.
Comentó entonces Pucho que era un asiduo al Zinemaldia y que, ahora desde ese lado de un escenario al que acudía como público, encontraba una metáfora perfecta del título de su último disco.
Sonaron, como no, alguno de sus himnos, destacando “Copenhague”que canto el respetable casi en su totalidad, en un ejercicio de esos que a mí personalmente no me gusta demasiado (me gusta escuchar a los artistas…).
Lo cierto es que a la innegable calidad de sus temas, se suma su tremenda solvencia a los instrumentos, todos suenan perfectos, todos con una función y aportando algo; guitarras, piano, batería… Todo perfecto, prueba de que Vetusta Morla son grandes de nuestra escena pop rock por algo.
Hicieron un pequeño alto, introdujeron el mensaje más político de la noche (hablaron de alquileres, violencia contra las mujeres, machismo…) nos advirtieron, iban a subir en intensidad…¡y así fue! fue el turno de otro de los himnos; “la Deriva”bien acompañada por “sálvese quien pueda”o “valiente”por ejemplo. Con “fin del mundo” llegaron a la pausa para los bises.
A la vuelta enlazaron canciones (“Consejo de Sabios”y “puestos a pedir”) para terminar con “los días raros”y el público a sus pies.
Fin a una noche increíble y casi perfecta, si tienen ocasión y el tren de Vetusta pasa cerca, súbanse y disfruten, están ante uno de los grupos más grandes del momento.
Y ojo, este mes de noviembre se van de gira por Alemania, además los días 27, 28 y 29 de diciembre van a dar conciertos en el WiZink Center de Madrid (la fecha del 28 ya con sold out) y el 16 de marzo actuarán en Londres. En resumen, siguen yendo a más.
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