11 Febrero de 2009 en sala Capitol, Santiago de Compostela, A Coruña

• · Grupos: David Kitt + Tindersticks.
• · Público: Lleno [unas 900 personas].
• · Precio: 20 euros anticipada / 23 euros taquilla.
• · Promotora: Sweet Nocturna.

"Can We Start Again" preciosa canción de Simple Pleasure, disco de 1999, amortiza por sí sóla el ticket para ver en directo a los Tindersticks. Sensualidad, ternura, melancolía y romanticismo, todo servido a suave velocidad, abrigado por una viola o una trompeta, pop con noche de aceras azules... y un serrucho sobre el corazón, la portada de ese nuevo disco que parece Paris convertido en un piano. Británicos sí, pero Tindersticks son diferentes al resto aunque también hubo algún defecto.

Tindersticks de vuelta. Cinco años después de su última visita, el grupo que encabeza Stuart A. Staples ha vuelto a Galicia. Su gira presenta un nuevo disco llamado The Hungry Saw, séptimo álbum de una trayectoria arrancada hacia 1992, un trabajo que cierra un lapso de cinco años sin pasarse por el estudio de grabación, lo que Staples aprovechó para dar margen a su aventura en solitario.

"Can We Start Again", sonó en la parte final de la noche, dentro de una segunda mitad del repertorio que superó ciertas frialdades de los primeros cuarenta minutos, donde a veces el chelo no se escuchaba, igual que sucedió en ocasiones con la trompeta o el saxo, instrumentos que brillaban más en los crescendos o en los fragmentos más enérgicos que en los tempos medios o lentos.

"Can We Start Again", es un tema que también aparece en el recopilatorio Working for the Man: The Island Years, y aunque sonó sin los coros femeninos que convierten en oro la versión grabada... a cambio, el directo dota a esa canción del aliento de lo solemne, de ese clima que deja en el aire un suspiro general de emoción nada más acabarse sus acordes, por eso se abrió un silencio breve justo antes de los aplausos, perfecto ejemplo de lo que uno busca en los buenos conciertos. 

Antes del show de los Tindersticks, el irlandés David Kitt abrió la noche. Lo hizo ante poco público, quizá por tocar a eso de las 20:30 h., una hora prematura para el ritmo de la capital gallega, y más considerando que hay quienes llegan a la Capitol desde otras ciudades. A solas con su guitarra, así salió Kitt. No pude recoger más que un par de opiniones sobre su set, ambas lo resumían con indiferencia, ni bien, ni mal, quizá sea injusto dejarlo ahí pero no puedo deciros mucho más. 

Los Tindersticks salieron en formación de septeto, con dos polivalentes músicos a la izquireda del escenario, aportando cuerdas, metales o algún teclado para variar de tono, junto a otro teclado fijo, dos guitarras [una la de Stuart], bajo y una batería de baja intensidad que a ratos se marcaba con baquetas cercanas al jazz. Dando las gracias a modo de susurro leve, con un tracklist bien empastado tras semanas de gira, Stuart A. Staples salió con chaqueta oscura, desabrochada sobre una camisa de cuadros blancos entre franjas verdes que asomaban por delante de las mangas, dando mucha cabida a las guitarras acústicas, línea bien marcada por "Hungry Saw", tema del nuevo disco que sonó al desnudo, con la voz llevándose todo el protagonismo, algo general en toda la noche, aunque en ocasiones esa garganta no llegase al nivel deseado, quizá por cansancio, quizá porque la voz es temperamento, y hoy es a, y mañana b.

 "The Other Side Of The World", corte también del nuevo trabajo, formó parte de esa segunda mitad del bolo donde el grupo se elevó, llevando la noche a  cielos bien altos. Ese tema se abre lentísimo y se cierra aún más lento, tras un desarrollo que explica porqué Staples vive en Paris, porque hay algo de los arrabales míticos de esa ciudad que convierte a este combo nacido en Nottingham en un grupo británico diferente.

"The flicker of a little girl", otra pieza del último album, abrió el primer bis, seguida de un tema muy vitalista, con la trompeta empujando un subidón final muy celebrado en la sala, donde sonó un ligero "uoooo", de leve desilusión al descubrir que ese vitalismo quedaba ahí, y que el tema siguiente volvía a parajes de mar calma.

Tras tres canciones, con todos rendidos, gritos y aplausos altos y sinceros rescataron a la banda de los camerinos para cerrar con una hermosa canción... que explica el lugar distinto que los Tindersticks ocupan dentro del saco de los grupos británicos creados en los años 90, porque ellos mantienen un punto de dramatismo donde a veces su lider parece un crooner oscuro sin ser siniestro y romántico sin ser feliz. Eso sí, a Staples le falta ese punto especial que tiene gente cómo Micah P. Hinson, ese plus capaz de convertir un concierto con momentos sublimes en un concierto sublime.

El bolo forma parte del ciclo "Importa Santiago", que ya trajo a este mismo local a bandas como Gogol Bordello o Deus, y que el viernes 17 de abril sigue con los Millencolin, donde ojalá se confirme el buen nivel medio de este ciclo, tanto en calidad musical como en cantidad de público.