The Murder Capital, el arrojo del indie punk rock británico
Por: Xabier Sanmartín
The Murder Capital acaban de demostrar en la gira de su segundo, "Gigi's Recovery", que la furia del indie punk rock irlandés tiene en ellos una banda alérgica al desaliento. 70 minutos de bolo en Santiago de Compostela les han bastado para dejar huella.
28 Octubre de 2023 en Sala Capitol, Santiago de Compostela
- Grupo: The Murder Capital (Foto superior, Facebook T. M. C.) + SOAK.
- Lugar: Sala Capitol.
- Precio: 20 euros en la venta anticipada.
- Público: Unas 180 personas.
- Promotora: Ciclo Son Estrella Galicia
The Murder Capital, al minuto de salir al escenario, piden que les demos "Energy" y ellos dan ejemplo al momento. Citarse con un grupo indie que derrocha furia punk siempre es un buen plan para la noche del sábado. Al entrar a la sala Capitol, en el área de la lista de prensa acreditada, piden disculpas porque el bolo va a empezar con diez minutos de retraso. Lo indican por educación y quizá también por la famosa puntualidad británica que, seamos claros, aquí nos importa un bledo. Tercio de cerveza a 3,50 euros y dos saludos sirven de preámbulo para lo que viene. SOAK iba a abrir la cita, pregunto pero nadie cercano ha visto su show.
Se mueven en escena entre los rojos y negros del inquietante mundo de Joy División y ese añorado Ian Curtis a quien nos recuerda toda banda british sin miedo a noches adictas a sonar alto y mal si hace falta pero siempre con tensión de emoción taquicárdica. Al frente de este grupo irlandés, en escena, de oscuro, con pose chulesca y brío, figura James McGovern, un cantante con actitud desafiante, la única forma de entender la tradición del indie británico que visita los desfiladeros del arrojo.
Entre las primeras canciones del concierto en Santiago suena "The Stars Will Leave Their Stage", corte de su nuevo disco, "Gigi's Recovery". Es un tema palpitante, nocturno y noctámbulo, donde dejan las cosas claras, para sonar limpio ya están otros. En el arranque, la batería suena excesiva, demasiado, algo que The Murder Capital van ajustando a medida que avanza un repertorio que, a ratos, recuerda a los Deus más oscuros.
En su equipo, hay amplificadores de tres marcas, Vox, Fender y Marshall entre un mar de pedaleras. Al vocalista le escuchamos a veces con una pandereta que tira al suelo con dejadez como parte de su pose, de su estilo sereno pero fiero.
El ritmo pesa mucho en el estilo de The Murder Capital, tanto que su bajista casi bate el récord de cambios de instrumento, juraría que llega a emplear tres, si no cuatro, bajos diferentes, sin quitarse ni un segundo la gorra de beisbol calada hasta las cejas con aspecto de jazzman por su pantalon de pinzas subido hasta el ombligo dando pistas faldas como subrayó cada vez que tocó amenazándonos con gestos propios de quien toca una metralleta al ponerse el bajo a la altura de su ojo diestro. El resto de la banda va casual, salvo el batería, con camiseta sin mangas y el frontman, con camisa estilosa fuera de un pantalón de cuero.
De su primer disco "When I Have Fears", suenan esta noche trallazos como "For Everything", con las guitarras convertidas en tormentas esporádicas y un logrado momento dramático cuando el vocalista repite a capela "For Everything, for everything".
Suenan en quinteto, con uno de los guitarristas alternando cuerdas y teclados de apoyo para añadir texturas. Tocan sin apenas hablar o saludar al público. A James se le escapa un "Thank you Santiago" y poco más. Tocan, atacan, alto, bajo, divagan, se pierden y relajan su discurso los segundos justos para tomar carrera y subir la intensidad y, sí, a ratos te hacen pensar en Radiohead, dicho con máximo respeto a quienes sois fans del combo de Thom Yorke.
"Don't Cling To Life" es otro buen ejemplo del pop desenfrenado de este quinteto de Dublin que cumple seis años de prometedora carrera que, aparte de actuar en Santiago, también lo ha hecho en esta gira en la Bilborock de Bilbao, la sala Nazca de Madrid, La 2 de Apolo en Barcelona y el Ram Club de Valencia.
En la parte final del concierto, James se emociona, pide al público que se junte, que se venga arriba, se va hacia la parte trasera del escenario y todos sabemos que va a saltar... o no, que hoy en día este tipo de gestos eufóricos se ve cada vez menos pero, aquí bromas no caben. El cantante de The Murder Capital se lanza en plancha y navega entre alegres olas de brazos de unas primeras filas de fans donde se habla perfecto ingles al corear cada tema, ya sean en voz de turistas, peregrinos o residentes británicos en Galicia. Qué más da.
La gente se emociona y la banda también al tocar "Ethel", pasaje con abundancia de cambios de ritmo que el grupo aprovecha para soltar los frenos. Se desata una tormenta sonora acentuada por un juego de luces que va del blanco al rojo para subrayar la intensidad del momento.
Se van, dicen adios, sin dar la sensación de hacer bis ni esperar que nadie lo pida. Este concierto de hora y diez minutos de los The Murder Capital es el perfecto ejemplo de que contar los segundos en una noche de rock carece de sentido si lo que buscas es vibrar de espaldas al reloj.