26 Junio de 2021 en Parque Enrique Tierno Galván, Madrid

• · Grupo: Sober.
• · Público: Unas 1.800 personas.
• · Precio: Desde 30 euros.
• · Promotor: Madrid Escena.

"Buenas noches, Madrid! Qué ganas teníamos de saludaros! Fuimos de los últimos en irnos pero aún así la espera se ha hecho eterna... Gracias eternas por venir!". Así saludó Carlos Escobedo al público de Madrid, con un recuerdo explícito al año y pico de parón forzoso que han sufrido muchas bandas de música debido a la pandemia.

Y es que es cierto que Sôber fueron de los últimos, si no los últimos, en dar un bolo importante en Madrid antes del estado de alarma (su último concierto, acompañados de una orquesta sinfónica, fue en Las Ventas el 7 de marzo de 2020, justo antes de que todo estallase por los aires), pero no menos cierto es que mientras otras bandas llevaban ya unos meses volviendo poco a poco a las tablas -aún con restricciones y en muchas ocasiones perdiendo dinero en vez de ganarlo-, ellos se lo han tomado con más calma.

El año de pausa les ha permitido elaborar un disco muy cuidado y meditado y que refleja tanto en el sonido como en las letras el año tan duro que hemos pasado todos, y aunque el lanzamiento del álbum (E-L-E-G-Í-A, Dromedario Records 2021) ocurrió tan solo una semana antes del concierto, aún así se aventuraron a presentar un par de temas ("Verona" y "Mi Heroína", dedicada a todas las grandes mujeres de nuestras vidas, especialmente a las madres).

El concierto de Madrid, el 26 de junio, coincidió con el primer día desde marzo de 2020 sin obligatoriedad de mascarillas en los exteriores, y ese clima de contenida satisfacción colectiva por la progresiva superación de la pandemia se contagió a la banda y al ambiente general del show.

Empezar este concierto con "Diez años", uno de sus temas más conocidos y el que los lanzó a la cabeza del rock duro nacional en 2002, fue toda una declaración de intenciones: quedó claro que iban a por todas, con todos los motores encendidos y sin tomar prisioneros: con un repertorio que bebió de casi todos sus álbumes (y ya son unos cuantos desde el "Torcidos" de 1996, el único que no tuvo representación) y con un sonido y presencia contundentes, apoyados por una gran pantalla trasera que fue mostrando proyecciones diferentes para cada uno de los temas -incluyendo las fantásticas pinturas a acuarela que la hija de Carlos Escobedo ha creado para el arte del último álbum-.

En la entrevista a Carlos que publicaremos en breve le preguntábamos qué tal les ha resultado la adaptación desde su última gira, acompañados de una orquesta, a volver a ser un cuarteto con todo lo que eso implica, y nos dijo que lo de Madrid fue un poco experimento a ese nivel, venían de tocar con una orquesta que "rellena" mucho el sonido y volver a ser solo dos guitarras, una batería y un bajo les resultó raro... Pero al fin y al cabo un cuarteto es lo que son, se sentían cómodos en el escenario y eso se trasladó al público.

Sôber ya no son la banda adolescente que despuntó a finales de los 90 con un sonido oscuro pero accesible y que cabalgó la ola del rock duro de principios de los dosmil junto a Hamlet, Skunk DF, Skizoo, Stravaganzza... Llevan un bagaje de 25 años en escenarios y estudios y eso se nota en la madurez de la música, de las letras y también de la puesta y presencia en escena de los miembros de la banda. Habiendo atravesado varios cambios de formación hace dos décadas, el cuarteto formado por Carlos al bajo y voz, su hermano Jorge y Antonio Bernardini a las guitarras y Manu Reyes a la batería suena contundente y engrasado y se notó en clásicos como "Eternidad", "Oxígeno", "Cubos" o la genial "La prisión del placer", que Carlos presentó como "una canción muy querida para nosotros, de un disco muy querido para vosotros: 'Morfología'".

El público acogió con cariño y pasión las 19 canciones del repertorio de este concierto en casa, en Madrid, pero se notó también que un gran grueso de los fans se "engancharon" a Sôber entre el "Morfología" de 1998 y el "Paradÿsso" de 2002, dos discos que aún siguen poblando los conciertos de la banda madrileña.

"Sombras", "El hombre de Hielo" y "Blancanieve" son cortes menos conocidos de su etapa más moderna pero fueron bienvenidos esta vez en un setlist variopinto que tuvo también momentos en los que se levantó el pie del acelerador. La genial "Náufrago" (del álbum Superbia, 2011) fue el primero de ellos, poniendo una pausa con su compás de 6/8 y su atmósfera melancólica. El segundo fue la vuelta del bis con "Estrella Polar", de su penúltimo álbum de material original (Vulcano, 2016), que Carlos cantó en solitario, solo acompañado por un piano. Emotivo momento y pequeño oasis de tranquilidad que pronto volvió a la senda del metal con temas como "La nube", "Tic tac" o "Arrepentido".

"Estaría bien, muy bien, quedarnos hasta las 6 de la mañana tocando para vosotros... Temas yo creo que tenemos pero nos tenemos que ir, prometemos volver pronto, ha sido un gustazo tocar en casa, como siempre. Un abrazo gigante a todos, es una maravilla contar con un público tan genial después de 25 años. Gracias!!! Pero antes de irnos, vamos a volvernos... Locos!!!". Así daba Escobedo la entradilla a la sempiterna "Loco", con la que llevan ya muchos años cerrando todos sus conciertos. Animaron al público a levantarse de los asientos (aunque muchos ya lo habían hecho en canciones anteriores) y dar rienda suelta a los impulsos rockeros que llevamos ya 15 meses reprimiendo...