Nick Cave, eucaristía del rock subido a las butacas
Por: Javier Gancedo
Nick Cave no decepcionó a nadie ofreciendo uno de los mejores conciertos del año en Barcelona. Ha dado una lección de carisma y profesionalidad durante más de dos horas de actuación, acompañado de cuatro de sus Bad Seeds.
21 Mayo de 2015 en Auditori Fòrum, Barcelona
- · Grupo: Nick Cave
- · Público: Lleno, unas 3.150 personas.
- · Precio: 80 euros en anticipada y 90 euros en taquilla.
Nick Cave no decepcionó a nadie ofreciendo uno de los mejores conciertos del año en Barcelona. Ha dado una lección de carisma y profesionalidad durante más de dos horas de actuación, acompañado de cuatro de sus Bad Seeds. Cave ha estado a gran altura, sorteando obstáculos que para otros serían insalvables para ofrecer un concierto memorable.
Nick Cave se siente bien en Barcelona, es un hecho. Fue en 2009 una de las ciudades elegidas para presentar su libro "The Death of Bunny Munro" y aquí ya ha actuado varias veces, tanto en sala como en festivales, unos días con los Bad Seeds, otros con Grinderman. A estas alturas no se puede entender a Cave sin su lugarteniente Warren Ellis, genial músico multiistrumentista cuya locura contenida da el contrapunto necesario a su fuerza escénica. Martyn Casey, Thomas Wydler y Barry Adamson han completado el resto de una alineación estelar.
La verdad es que el concierto se pudo complicar muchísimo pero Cave no estaba por la labor de claudicar. Tras abrir su set con "Water's Edge" [del disco Push The Sky Away, 2013], el músico australiano pidió a los fotógrafos que saliesen pero añadiendo que si querían podían quedarse a ver el concierto en el espacio que hay entre la primera fila y un escenario al que se accede mediante cinco escalones. Al abrirse la posibilidad de esa ubicación privilegiada, cientos de personas decidieron ir hacia adelante a ocupar todo ese espacio. Entonces Cave, lejos de estar intimidado, paró los intentos de la seguridad de echar a la gente diciendo: "It's OK, it's OK", y sacó su versión más salvaje, subiéndose a una butaca entre el público en el punto más álgido de "Higgs Boson Blues", otro tema del citado álbum.
Su profesionalidad impidió el caos total en el Fòrum. Su gran carisma y el respeto escénico que sienten sus fans impidió una invasión del escenario. Cave es un tipo duro pero sensible. Chocó miles de manos y cantó mirando a los ojos de unos civilizados seguidores sentados en suelo y en los escalones durante sus interpretaciones al piano y en ningún caso paró el show. No quiero ni pensar qué habría pasado si Morrissey hubiese estado en las mismas circunstancias.
Nick controló esa situación y convirtió una potencial amenaza para su recital en una ventaja, haciendo que este 21 de Mayo de 2015 quede marcado a hierro en la mente de quienes le hemos visto actuar allí.
Foto: Cave cantando entre las primeras filas en la ciudad condal
En Barcelona, Cave ha sonado muy convincente tanto en las canciones interpretadas solo al piano como en las cantadas [en ningún momento cogió una guitarra eléctrica], pudiendo interactuar con su público, ejecutar sus peculiares bailes y sacar lo mejor de sí mismo cuando ha improvisado, como en "Tupelo" o en "From Her To Eternity", canción que ya tiene más de tres décadas pero que suena con más vigor e intensidad que nunca. Rock descarnado y a ratos experimental con reminiscencias gospel... la obsesión de Cave con Dios es importante, muy patente en sus letras por mucho que durante el concierto declarase que ya no cree en el demonio.
Algunos de sus grandes clásicos han sonado en este concierto de Barcelona con una gran contundencia al piano, como "The Weeping Song", "The Ship Song", "Into Your Arms" y sobre todo "The Mercy Seat", intensa, desnuda, tremendamente emocionante. La parte principal del set se ha cerrado con "Jubilee Street", quizá la mejor canción que ha hecho en los últimos tres discos y que ha puesto en pie al Auditori.
Tras ello, Nick Cave [nacido en Warracknabeal, Australia, el 22 de septiembre de 1957], volvió al escenario para un bis de cuatro canciones entre las que destacaron "Up Jumped the Devil", uno de sus clásicos desde hace más de un cuarto de siglo, y "Push the Sky Away", tema que da título a su decimoquinto álbum que cerró la noche con el público abriendo un pasillo hasta las filas de butacas y Cave cantando subido en una de ellas, justo justo al lado de quien firma esta crónica.
Sí, ha sido un final perfecto para un concierto irrepetible: La eucaristía del rock que propone Nick Cave.