Mucho, un giro hacia la mandanga cósmica sintetizada
Por: Nicolás Navaza
Iluso de mí que creí que no volvería a suceder. Una vez más, y van dos de dos, he tenido que esperar varias llamadas, a pesar de tener el OK de la promotora, para poder acceder a la sala Le Club, en este caso para cubrir el concierto de los madrileños Mucho, liderados por Martí Perarnau.
11 Febrero de 2017 en sala Le Club, A Coruña
- · Público: Unas 70 personas.
- · Precio: 10 euros en venta anticipada.
- · Promotor: Emerge
Iluso de mí que creí que no volvería a suceder. Una vez más, y van dos de dos, he tenido que esperar varias llamadas, a pesar de tener el OK de la promotora, para poder acceder a la sala Le Club, en este caso para cubrir el concierto de los madrileños Mucho, liderados por Martí Perarnau.
Llegaban a la ciudad herculina para presentar su último trabajo, Pidiendo en las puertas del infierno (2016). Una vez dentro, empezó otra larga espera, ya que a las 21.30 horas se abrieron las puertas, pero la banda integrada también por los ex Sunday Drivers, Fausto Pérez, Miguel de Lucas y el batería Carlos Pinto, no se subiría al escenario hasta cerca de las 23 h., en una velada que, a mi parecer, adoleció de brevedad, pero estuvo cargada de intensidad.
Emarañados y rodeados de sintetizadores, los componentes de Mucho se subieron al escenario de una sala que se quedó a medio aforo. Perarnau, ataviado con un poncho marrón a modo de predicador, inició los primeros acordes para presentar un disco, donde la ausencia, no total, de guitarras supone una ruptura con sus anteriores trabajos (Mucho y El apocalipsis según Mucho) dando un paso hacia lo electrónico. Aún así, no se echaron demasiado de menos las cuerdas por la contundencia del directo que la banda formada hace siete años desplegó en el pequeño escenario de Le Club.
Perarnau se erigió en predicador haciendo gala de su atuendo ("Hablo mogollón en los conciertos y siempre está el que se enfada cuando lo hago") para presentar los temas cuyas letras desprenden cólera y cabreo hacía el sistema corrupto y carente de valores. Un ejemplo de ello se respiró en el aire cuando sonó "Las puertas del infierno", segundo corte del disco y con cuya letra "nos hemos quedado a gusto, Aznar aún me sigue llamando", ironizó el líder de Mucho, cuya frente ya transpiraba, en un escenario donde la temperatura seguía aumentando con temas como "Grupo Revelación", no perteneciente a su último trabajo, y que Perarnau considera que es una de esas canciones "bonitas que perduran siempre".
Foto: Los Mucho en uno de los momentos más intensos de su concierto
También lo onírico, muy recurrente en el disco, se dispersó en Le Club con León de tres cabezas, un tema cuya primigenia se remonta a un sueño donde Jesucristo, Supermán y Maradona comparten el cuerpo del mitológico rey felino tricéfalo., en una surrealista letra muy acorde con el sonido sintetizado al que Mucho ha querido dar el protagonismo, y que considero ha conseguido. Con ello, dieron paso a "la única balada de la noche y espero que seáis capaces de lidiar con ella; Nacho Vegas estaría orgulloso", dejó caer Martí Perarnau antes de tocar "Perro Negro SL", donde de nuevo arremeten coléricamente contra el sistema en una letra que habla sobre un grupo de WhatsApp donde además del líder de Mucho, se encuentra "Bárcenas y toda esa calaña".
Entre el público, Manuel H. Portolés, del desaparecido grupo Niño y Pistola a quien Perarnau calificó como una de las mejores bandas de los últimos tiempos, antes de iniciar la recta final del concierto anunciando que se iban a despedir como si fuera la última canción, para que "nos pidáis otra y os podáis fumar un cigarro". Sonó "Sucumbe el universo", y en tono de humor Martí dijo adiós con un "hasta siempre Coruña" antes de que la banda se refugiase en el backstage.
Foto: Martí, cantante de Mucho, con el micro en una mano uy las teclas en la otra
El público no se movió y comenzó a pedir los bises. "Siempre que hacemos esto, la gente se va a fumar, vosotros os quedasteis, esto es flipante y nos habéis hecho muy felices; espero que os haya gustado nuestra mandanga cósmica", aseguró Perarnau antes de interpretar los dos últimos temas de Pidiendo en las puertas del infierno -donde desaparecen los estribillos, y todo gira en torno a las letras- cuando había transcurrido tan sólo una hora y cuarto desde que Mucho se había subido al escenario. Un concierto breve, pero intenso, que dejó muy buen sabor de boca entre el reducido público que acudió.