Columpio Asesino y una peli de vaqueros en el siglo XXI
Por: Carlos Castillo, Laranja Ziti Fanzine. Foto: archivo
Cómo expresar la completa felicidad que embarga a Juán desde que comienza el concierto. Desde esta atalaya tan concurrida que es la barra, tiene una expresión beatífica.
13 Marzo de 2004 en sala La Mode, Córdoba
- · Grupos: El Columpio Asesino.
Cómo expresar la completa felicidad que embarga a Juán desde que comienza el concierto. Desde esta atalaya tan concurrida que es la barra, tiene una expresión beatífica. Me vienen a la cabeza las líneas de Lev de nuestros queridos Sidonie, cuyo aroma exhuberante aún hoy puede percibirse en la sala.
Me llamo Juán. Vengo de un lugar frío. La gente piensa que soy idiota. Quizás estén en lo cierto.
Y poco le falta a Juán para parecer un perfecto memo, con esa sonrisa media, que hasta da envidia. Él se ha quedado en su segunda cerveza, que le da una sensación de corredor de medio fondo muy apropiada para los ritmos medios que fluyen en la sala.
¡Pero qué bestias sois! piensa Juán. La música de los Columpio es la banda sonora perfecta para el guión de una película de vaqueros del XXI en México. La trompeta da el toque plácido y evocador del desierto, mientras que la voz acompaña las escenas de pelea en el saloon empapadas de tequila.
Son seis en total, los Columpio. Dos guitarras [uno lobotómico a la manera de Ian Curtis de los Joy Division, el otro según Carlota, El enterrador], el batería-cantante con un collar de bulldog, el bajista de lo más discreto, otro a los teclados, con una apariencia poco saludable, y el trompetista, tan tranquilito como las melodías que exhala.
No tocaron todas las del disco [El Columpio Asesino, Astro]. "Lehiotik", por ejemplo, se la dejaron en el tintero. Faltaba la insustituible presencia femenina, según dijeron. Gracias a un espontáneo inquisidor pasamos el mejor rato. El filólogo en cuestión corrigió nuestro imperdonable error al pronunciar la palabreja y exigió se pronunciara Lehiotikan (?). Carlota dio coba al sujeto, como haciéndose la tonta y el otro, sintiéndose í.
El grupo se despachó a gusto con dos temas de los Pixies. "Vamos", incluida en el disco, sonó no sólo más brutal que la de los originales, sino que se superaron a sí mismos ofreciendo una versión aún más delirante. La segunda Gigantic, sirvió de fin de fiesta y según sus propias palabras era un experimento, con los miembros de la banda incorporándose uno a uno.
Juán sale de la sala, tal y como entró, sin decir ni mú, con esa misma sonrisa media, estúpida, envidiable. Carlota sale de la sala, mucho más borracha, igual de encantadora. Bajo el brazo, un ejemplar de Laranja Ziti nº 5, garabateado seis veces.
Ambos se van con la satisfacción del deber cumplido: ser felices un sábado más, como Dios manda.