CRÓNICA: Bill Callahan - Vigo, Febrero 2010

Bill Callahan, bien pero falto de entusiasmo


Por: Iria Vázquez Fernández

Bill Callahan en Vigo. Un concierto muy esperado, muy concurrido y muy próximo al anterior de Sunn o)))... pero esta vez, el festival Sinsal 8 sale del museo Marco.

Bill Callahan, crónica de concierto

19 Febrero, 2010 | Iria Vázquez Fernández
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19 Febrero de 2010 en Auditorio del Teatro Caixanova, Vigo

  • · Grupos: Bill Callahan
  • · Público: Lleno
  • · Precio: 12 / 15 euros
  • · Promotora: Festival Sinsal 8.

Bill Callahan en Vigo. Un concierto muy esperado, muy concurrido y muy próximo al anterior de Sunn o)))... pero esta vez, el festival Sinsal 8 sale del museo Marco y visita el auditorio pequeño del Teatro Caixanova. Ahí este cantautor de folk norteamericano antes conocido como Smog, nos ha sabido a poco. Ha gustado sí, pero sin conectar del todo, mostrándose demasiado frío ante un público que pecó de soso. ¿Culpa de quién? De todos, de ninguno. La vida es así.

Bill Callahan llena. Entramos. Antes de ocupar mi asiento, pillo el flyer de la butaca plegada. Ese papel anuncia la temporada de primavera del Sinsal 8, destacando los conciertos de Mono y Javiera Mena en Santiago [A Coruña], y otros de Lisa Germano con Philip Selway [Radiohead], Sunburned hand of the man y Emeralds, Omar Souleyman... se me hace la boca agua...

Temprano, puntual, elegante, Bill Callahan sale a escena. Viste camisa blanca, estrecha corbata tan negra como sus pantalones, calcetines rojos y zapatos oscuros. Puesta en escena sobria, claro, nadie espera confeti. Por si acaso, su look recalca ese estilo desleido. Tras Bill aparece su acompañante. En el escenario, hay una batería, una guitarra eléctrica Gibson Les Paul y un amplificador Fender. Más sobriedad aún si cabe.
Callahan gira por el mundo desde los primeros años 90, paseando su especial receta de folk y country, mezcla tamizada con ecos low-fi. Antes firmaba como Smog, hoy vence su timidez y usa su nombre propio.

El músico estadounidense dibuja arpegios con su guitarra hasta el infinito. En el mapa de la repetición, de la simple progresión de acordes y notas, su voz camina a gusto. Saca cánones musicales más bien ortodoxos pero a ratos huye hacia pasajes experimentales. Gasta letras irónicas y una sobriedad muy marcada por esa particular voz que recorre el escenario en medio de una atmósfera de expectación sospechosa [luego lo explico mejor].

Callahan basa su repertorio en Vigo en canciones del último disco, Sometimes I wish we were an eagle [Drag city, 2009].
Abre con "Jim Calm" y "Rococo Zephyr". Después vuelve la vista hacia atrás, primero hacia su época como Smog a través de "Strayed" y después hacia su disco Woke on a whaleheart [Drag city 2007]. Acompañado en su eficiente batería, el americano nos regala momentos emocionantes y algún solo espectacular. El dúo mantiene el tipo, se muestran como una pareja capaz de entenderse a la perfección. Escuchando a Callahan todo indica que reside en una casa de ventanas sucias y puertas rotas bajo un tejado a medio derrumbar. Confiado dentro de sus inseguridades, Bill sigue adelante y toca temas como... "Eid Ma Clack Shaw" y "Too many Birds", ambos cortes incluidos en el disco de 2009, Sometimes i wish we were an eagle.

El norteamericano, aunque sorprende a algunos con su formato reducido [hubo quien entró esperando verle con banda], maneja la batuta a su antojo. Va sobrado de tablas pero, a veces brota un pero... actúa falto de entusiasmo, al menos así lo siento al escucharle. Añade tres temas más de su etapa como Smog: "Cold Discovery", "Say Valley Maker" e "In the Pines". Destacando entre ellas, una bellísima ejecución de "The wind and the Dove", corte de su último disco donde permite volar a la imaginación con un desbarre sonoro que incluye redobles de bombo, un slide de ecos demenciales y varios pasajes obtusos, bruscos. Ahí sí, ahí me gana porque le noto más vivo.

Tras el tracklist tradicional... caen tres temas de más. Los pide un público tirando a soso, que aplaude de forma cálida pero sin volcarse demasiado. Con todo, logramos que la pareja norteamericana cumpla el ritual del regreso a escena. Y ellos cierran este concierto saldado con un auditorio lleno pero carente de la magia necesaria para llevar el folk rock acústico de Callahan a la tierra del deseo.

Todo me ha parecido excesivamente triste. Escuchar a Bill apoyado tan solo por la batería... sabe a poco. Es un músico muy sobrio, muy serio y aunque de vez en cuando se haya arrancado con algún saltito tímido, le ha faltado algo... A él se le ha visto feliz, vale, pero dentro de su contención, no he llegado a sentir la luz de su felicidad al tocar, no me la ha transmitido.

Y a todo esto, insisto, el público muy soso... joder, que sosos somos en Vigo¡¡¡ Acabo. Me han contado que el concierto de Ferrol, un día antes, estuvo mejor. Eso me ha dicho un superfan que asistió a los dos eventos. No sé, maybe next one, que dirían en Estados Unidos.

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