27 Septiembre de 2024 en Sala The One, San Vicent del Raspeig, Alicante

• Artista: Andrés Calamaro
• Lugar: sala The One, en San Vicente del Raspeig, Alicante
• Precio: 40 euros.
• Público: Lleno, unas 1.000 personas.

Eran las 21:03 p. m. cuando empezaban a sonar las guitarras en la Sala The One, San Vicent del Raspeig del concierto de de Andrés Calamaro, parte de una gira llamada Agenda 1999 Tour, y se intuía que la cita no iba a defraudar.

Andrés Calamaro salió vestido de riguroso negro, con la guitarra al frente, luciendo pañuelo preparado en el bolsillo trasero y sus clásicas gafas de sol, llenando el escenario escoltado junto a sus músicos, que sumaban dos guitarras y bajo, teclado y batería. No le hizo falta dar pistoletazo de salida, ni decir ni buenas noches, ya tenía al público en el bolsillo de antemano. La sala The One con el aforo completo, ardía en aplausos y silbidos. El tema encargado de caldear el ambiente fue "El día de la mujer mundial", sonando impecable mientras la gente coreaba la letra, brazos en alto.

Además de la música, el recinto proporcionaba la atmósfera perfecta, con sus dos barras, además de una zona VIP ideal para disfrutar en un ambiente más íntimo, con reservados, barra y un piscolabis de cortesía para los invitados y la prensa acreditada por cortesía de la sala The One, y al final del local, el estand de merchandasing. Andrés Calamaro siguió el recital con "Mas duele", que empezó mezclándose con la ovación del comienzo y acabó con un breve pero sentidísimo "muchas gracias" del cantante, que aprovechó para colocar su emblemático pañuelo en la frente. "Cuando te conocí" levantó al público al grito de "Ibas a seguir siendo igual" y "Eclipsado" cerraba ese espectacular inicio justo antes de, en el top five, tocar "Te quiero igual". Saltos mediante, la gente coreaba cada verso, como un diálogo preparado y destinado a suceder hasta que al final de este himno, Calamaro saluda emocionado y los fans vitorean: "Oe, oe, oe, oeeee, Andrés, Andrés", un mantra que se repitió durante toda la velada.

Mientras Andrés agradece la acogida de la sala, del público, de Alicante y alaba gastronomía, especialmente el arroz con bogavante, el clima y la gente, echa a volar el siguiente tema, que dedica con mucho afecto, a los "José Mari Manzanares", padre e hijo, "Son las 9".

El concierto está en su apogeo cuando hace llegar temas como "Una bomba" y "Para qué", preludio de su primera intervención en la que aprovecha para explicar al público el por qué de "Agenda 1999" y se deshace en agradecimientos, justo antes de dejar la guitarra para interpretar "Las heridas" con las luces bajas y el teclado como protagonista.

El top ten de canciones lleva sonido ambiente grabado, con Andrés con los brazos extendidos, las guitarras sonando muy suaves y la atmósfera generada en clave muy íntima, justo cuando el público y él empiezan a cantar a la vez "Los aviones", mientras el pianista se suelta con solo muy sincopado, ritmo de jazz y acordes fortísimo y agudos. Este temazo viene acompañado de un nuevo receso donde el artista, siempre agradecido, recuerda a Javier Martínez, a Manal, a Alejandro Messina… un alegato al rock y una lanza a favor del rock y el blues en español… "son las razones, los motivos y el espejo donde mirarnos". Y así llega "La parte de adelante", tras la que vuelve la cabeza a la banda y ruega aplausos para los músicos mientras los va presentando y alabando. Sí, esa es la clase que tiene este músico argentino, que mientras recita sus nombres, habilidades y logros, comienza un ostinato que alienta a los asistentes y que se prolongavarios minutos: "Si estás a la deriva, es menester que sea rock, si no encuentras la salida es menester que sea rock".

Durante este alegato, Calamaro ofrece varias reflexiones, frases y dedicatorias contundentes como "Para ser Beethoven hay que estar sordo y escribir nueve sinfonias y media" y aprovecha para felicitar el cumpleaños "en el cielo" al primer bajista de Metallica. El grito del público le acompaña: "QUE SEA ROCK" y llega así, con el público enardecido, mientras vuelve a extenderse en agradecimientos: "Que buenas sensaciones. Muchas gracias de parte de todos. Ver salas llenas es el deseo de todos los músicos de rock que nosotros cumplimos esta noche en ALICANTE. Alicante es Europa con muy buen clima".

Llegados a este punto, brota un momento sentimental. Anuncia la que será difícil de interpretar, "No tan Buenos Aires", mientras todo el mundo se une al estribillo con las manos en alto, un balanceo sincronizado desde el escenario hasta el final de la sala y una emoción que corta el ambiente. El cantante hace ahora magia, sosteniendo este momento perfecto con un silencio antes de "Crímenes perfectos".

“Volver a empezar” ofrece un instante perfecto cuando Calamaro intercambia su camiseta negra con un miembro del público y, en vivo y en directo, se viste de azul, con el 10 de Nápoles, con Maradona, mientras pide palmas y arenga en el estribillo a una asistencia entregada a los coros y sigue cantando, sonajas en alto y bandera argentina a modo de capote que acabará dejando prendida en el pie del micro. El público vuelve a encenderse: "Oe, oe, oe, oeeee, Andrés, Andrés..." y él sólo alcanza a repetir "Gracias, muchísimas gracias".

En este nuevo mnpasse, Andrés Calamaro aprovecha para recordar a quien nos dejó el 6 de septiembre, Javier Andrade, presentador de la MTV Latina, mostrando de nuevo esa forma de agradecer desde lo vivido, de agradecer la vida. Tras el intenso y emocionado aplauso, vienen las (más) grandes canciones, como un bloque de nostalgia ansiada: "Alta suciedad", "Flaca", "Paloma"… se puede escuchar al artista entre como una voz más, un momento de comunión especial que de nuevo transforma en extraordinario al jugar con el ritardando de la música, el redoble de la batería y el fin del concierto que se confunde con los gritos, silbidos y aplausos.

Se encienden las luces tras un escenario vacío con guitarras huérfanas, pero no es el fin… Al tiempo que baja la iluminación de nuevo se percibe de nuevo el rasgueo, el punteo y, finalmente el teclado, que se entregan a un "Estadio Azteca", tema cuya batería resuena como si fuera el pulso de los asistentes. Y aún queda el broche final, el apoteósico tema de despedida: "Los chicos".
No se puede pedir más a una noche perfecta. Música, atmósfera indescriptible y magia argentina en la voz de un maestro.