Fuimos a ver a Gary Moore a Santiago de Compostela y hubo un par de gestos que afearon la noche. Fueron detalles que rara vez pasan en los conciertos hoy día, donde todo el mundo entiende que los directos pesan cada vez más en la balanza del crédito.

En dos horas de concierto, el guitarrista irlandés fue incapaz de presentar a los músicos de su banda, a quienes negó pan y agua, demostrando una borrachera de ego que no cabe justificar por el hecho de que sus acompañantes sean... "El grupo de...".

¡No!

A ese tic prepotente se unió otro similar cuando Moore invitó a Otis Taylor, el telonero, a que tocase la armónica en uno de los temas finales para, justo cuando se estaba empezando a calentar, hacerle callar para decirle que en el show mandaba él y su mástil de guitarra, y los demás... ¡a callar!

Sin ser muy seguidor del jazz, hay algo que envidió de ese género: la capacidad de repartirse el protagonismo. Por mucho que una banda pueda llamarse Nosequé James Trio, sabes que cada músico tendrá su ratito de foco y primer plano.

Cada vez es más frecuente encontrar a cantantes que, aparte de presentar a sus compañeros, pidan aplausos para los técnicos de sonido, pero Gary Moore olvida que no viaja solo y que si lo hiciese tendría menos público. A todo esto, que nadie olvide que lo mejor de Moore son temas prestados, adaptados o "robados" [según sus enemigos] de talentos como Albert King o Johnny Winter, por no añadir que, en diciembre de 2008, un tribunal de Munich falló contra él argumentando que el solo de su exitoso "Still got the Blues", huele a plagio de un fragmento de un músico alemán llamado Jurgen Winter, que, según varias fuentes, lo hizo para "Nordrach", corte de 1974 del grupo Jud's Gallery.

Lo dicho. Solo, demasiado solo...

Txabi