Fernando Corizonas Pardo, el triunfo de un secundario
La música es un oficio, una profesión. Ya sé, leído parece algo evidente pero no lo es, igual que no lo es pensar que sea necesario que Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina publiquen un disco conjunto dedicado a los músicos del Titanic cuando hoy se hunde el país, este país, así hables en castellano, euskera, gallego o catalán, víctima de un maremoto donde quienes más tienen más nos sangran a quienes menos tenemos. Ese drama amparado por una dolorosa legalidad recuerda a las películas de ciudad sin ley evocadas en canciones de Corizonas, esa banda pucelano-madrileña nacida para que Sergio Leone ruede de nuevo un spaghetti western.
En ese cine secundario, la mayoría de actores buscaban ganarse la vida, otros, caso de Clint Eastwood, buscaban otra cosa, lo lograron y ya nunca volvieron a cabalgar por Almería.
Fernando Pardo es un músico de éxito pequeño pero grande y su nombre sale en la línea 10 de este artículo igual que los buenos actores de reparto salen a partir de los quince minutos de película y sabes que lo bueno del caso es que vuelven a tí, aunque sea en otra trama, y reconoces en cada una de sus apariciones un paisaje que no por visto se te olvida.
Veo a Fernando y veo a Sex Museum llegando a una ciudad pequeña para tocar en un bar a las nueve, enchufando, probando sonido y tocando [bien], casi todo al mismo tiempo. Y luego veo a Los Coronas repartiendo surf años antes de que Tarantino y Dick Dale le explicasen a España que hacer música surf no es tocar subibos encima de una tabla...
Y después de esas escenas, veo a Fernando haciendo doblete en la misma película, como si fuese un seguidor de Alec Guinnes en una comedia de la Ealing, allí, pisando el mismo escenario el mismo día con Sex Museum y Los Coronas, sin equivocarse de frase como hacen los buenos actores secundarios.
Hace dos años, los vallisoletanos Arizona Baby, veinteañeros aspirantes a ganarse la vida en esta película llamada música, coincidieron con Los Coronas en un pueblo al sur de Malasaña, y decidieron cabalgar juntos con un proyecto llamado Dos Bandas y Un Destino.
Rodaron un largometraje que homenajeó a grandes de muy distintas épocas con sinceras versiones, disco que les permitió encontrar las pepitas de oro necesarias para grabar y lanzar un dvd en directo creando Corizonas, un nombre nuevo para hacer lo mismo con algo más de riesgo. Quieren ganar protagonismo conscientes de que no van a romper la taquilla pero ganan los seguidores justos para ser, ahora mismo, uno de los nombres más buscados, en la escena independiente y en la comercial, frontera donde cada vez quedan menos cactus aunque haya quien-quienes, como Fernando, tú y yo, todavía tenemos muy claro...
quiénes son los buenos y quiénes son los malos.
Si llega el momento de asaltar el banco, Fernando y los suyos estarán de nuestro lado.
Son todo CORIZÓN.
por xabier s. c.
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