Colgar el cartel de “abonos agotados” por primera vez en su historia ha sido un largo trayecto de 11 años de aprender de errores y escuchar a los fans. El éxito que cosechan año tras año es bien merecido, en un festival hecho para los fans y por los fans.
Por hablar del Resurrection Fest podemos decir que este año han cumplido con creces: además de la llamativa noria (al módico precio de 2,5 euros) que colocaron a la entrada del festival y que iba a una velocidad rampante, otros puestos dentro del mismo recinto ofrecían la oportunidad de echar una partida al Tekken en las videoconsolas, disfrutar de la experiencia de tocar una batería eléctrica, posar con varios instrumentos como si formaras parte de una banda, conseguir una firma de tu artista favorito y una foto con él, dejar a tus niños a salvo con los monitores del Resukids mientras disfrutabas de los conciertos, beber chupitos gratis de Jagermeister con las fiestas que montaba el personal de la marca, o vivir una experiencia más cómoda de festival gracias al Pandemonium que volvió a triunfar otro año más.