Pájaro Sunrise, dos palabras, era un dúo. En LA GANZUA ya destacamos su primer disco largo cuando nadie hablaba de ellos, de sus voces, de sus canciones. Luego, el leonés Yuri Méndez Jr., se quedó solo, frase que en realidad es mentira porque cuando parpadeó poco después de cerrar esa etapa inicial, se vio rodeado de composiciones, tantas que, aprovechando que Lovemonk es un sello distinto, sacó un doble disco. El pop luminoso del debut dio paso a un folk rock de vuelo norteamericano, y Yuri ahí sigue Yuri, tan [in]feliz.

Oskar S. Lopez hizo una crónica hace meses sobre un concierto en Madrid de los Pájaro Sunrise donde dice que aquí hay proyecto para rato, algo que este disco, corto en minutaje, largo en holas y adioses, confirma a la primera escucha. Yuri y esa banda que le acompaña en directo ya han tocado juntos en varios paises y aunque no creo que este disco le haga saltar a las salas de aforo medio, por repertorio lo deberían estar haciendo desde hace tiempo.

Todo el disco merece la pena, todo. Hay arreglos manejados con mucho tacto, suenan igual cuerdas, que detalles de teclado sacro, campanillas, banjos, etc. pero también aparece algún corte desnudo, como "[I Am Done] Making Fun Of Myself", ofreciendo muchos matices sin necesidad de meter más de 8 canciones.
El álbum es rico en matices, y también en el manejo y la producción de las voces [ya en el primer tema asume dos colores], donde Yuri sabe sacar partido a su garganta, que ni es portentosa, ni falta que hace...
Me derrito ante la voz femenina que le dobla en varios temas, ante el aire de country primaveral con lazada al cuello de "Look What We´ve Become"; y ante los emotivos seis minutos de "Ribbon".
Los primeros cortes tienen un toque plañidero que hoy se lleva mucho pero prefiero los cortes más propios de un hola que del adiós que titula el disco, cuestón de gustos, cuestión de sustos.