El pasado mes de febrero los mallorquines Son And The Holy Ghosts publicaban (con una bella fotografía de Laura G. Guerra en portada) su cuarto álbum titulado 1995 (Espora Records, 2016). Editado únicamente en un precioso vinilo y en plataformas digitales.

Estamos hablando de uno de los grupos con más recorrido de la isla de Mallorca. Aunque claro, siempre hablamos de un éxito relativo. Al igual que con muchísimos proyectos, tal vez no despuntan lo que deberían, pero más vale olvidar según que palabras y vamos a lo musical.

1995 es un disco que sigue una senda evolucionista clara y es que después de tres discos, el grupo, dadas las circunstancias de la vida (como debe ser), ha pasado por diferentes etapas. Tanto las letras (tal vez más depresivas en sus inicios) como el tono (alejándose un poco de la etiqueta americana y acercándose más a la de SATHG) de los discos han mutado en estos años. Precisamente conocí a Guillem "Son" Mesquida hace unos pocos meses en la tienda de discos (sí, todavía existen) Xocolat y le comentaba que pude disfrutar de un directo de su banda hace unos cuantos años en el Teatre de Lloseta (justo antes de Maika Makovski), a lo que me respondía que el grupo ha cambiado y evolucionado una barbaridad desde aquel bolo. Algo que he podido suscribir al escuchar 1995.

Otra característica de Son And The Holy Ghosts (en todos sus discos) es la tremenda veracidad y emoción que imprimen en cada canción. No solo por lo que decía anteriormente sino porque es algo evidente si uno escucha los discos como se debe hacer, es decir, únicamente pendiente de la música. No hay que dejarse engañar por la primera escucha. Por alguna de aquellas razones (incomprensibles), las primeras escuchas de este disco no me convencieron, tal vez por el acercamiento al pop (malditos prejuicios, como si fuera algo negativo), pero tiempo al tiempo. Tiene la virtud de querer que lo reproduzcas sin descanso por lo que no te das cuenta y sigues escuchando y escuchando… Aprecias las melodías, los matices, la producción (a cargo de Rafa Rigo) de cada tema. El disco te reclama. Te impregnas de él y te das cuenta que hay temas como "Below" o "Why?" que son desde ya de lo mejor de 2016.

Sin duda un disco muy recomendable. Para degustar con calma. Olvida el mundo durante una hora, coge el disco de vinilo, colócalo en el tocadiscos, pínchalo, mira la portada, la contraportada, cierra los ojos y siéntelo.