14 Noviembre de 2013 en Pub D'Leyend, Castellón

• · Grupos: The Jokers
• · Público: 60 personas

Si hay un pub con verdadera personalidad en Castellón, ése es el D’Leyend. Decorado al mínimo detalle como si se tratara de la habitación de una joven que se acaba de independizar, los recuerdos y los cuadros cuelgan de unas paredes que han visto cientos de directos. Entradas de míticos shows de Queen o AC/DC competían por el protagonismo con imágenes de Janis Joplin o posters de conciertos del local. Y allí estaba yo un jueves por la noche, acompañada de mi amigo y fotógrafo, a la espera de ver qué deparaba el directo de los venidos desde Liverpool, The Jokers.

Las expectativas que ambos teníamos antes de empezar el show no eran muy altas, sin embargo, ese concierto de The Jokers fue, simplemente, superior.
En la primera canción ya se pudo ver que los asistentes al recital rock no habían ido allí a escuchar música en directo; los sesenta y tantos que allí estaban habían acudido al pequeño pub a ver expresamente a The Jokers. Enceguerados con ocupar las primeras filas, el vínculo entre el público y los músicos fue instantáneo e inquebrantable desde el primer hasta el último acorde.
La temperatura del local fue subiendo, y Paul Hurst, el guitarrista de dedos acertados y sonido limpio, decidió despojarse de su chupa de cuero y quedarse con el torso descubierto y los vaqueros por vestuario. Sin perder la sonrisa ni dejar de mirar al público, el intérprete de las seis cuerdas se dejaba querer por los seguidores que se agolpaban delante del instrumento para celebrar el puro sonido que emitía.
El cantante, Wane Parry, revestido por unos pantalones de cuero (la indumentaria de los ingleses era, indudablemente, rock), agitaba sus rizos al tiempo que hacía vibrar unas cuerdas vocales que tan bien sonaron durante todo el concierto. Ni una nota fuera de su lugar, el dominio de los graves y los agudos fue la seña de identidad de un Parry que buscaba constantemente, al igual que el guitarrista, el contacto visual con los asistentes.

La cuarta canción en sonar fue una de las más conocidas de su repertorio: "Rock & Roll is alive". En este tema al público se le ocurrió animar al grupo con un "¡Eh!, ¡Eh!, ¡Eh!" intermitente que pareció chiflar a la banda, hasta el punto de imitar el cántico en todas las siguientes canciones.
A la izquierda del escenario, y oculto en algunos momentos del espectáculo musical por una máscara de joker, el bajista Simon Hurst se desvivía por la tecnología haciendo fotos del motivado público y grabando la actuación a través de Skype. A pesar de estar mentalmente fuera del directo, las cuatro cuerdas que controlaba no perdieron en ningún momento el ritmo de la canción.
Evocando momentáneamente al sonido de Aerosmith menos "baladero", The Jokers convirtieron a la fe del rock’n roll, aún más, a los asistentes que, poco a poco, iban dejando de lado la vergüenza para tirar las cervezas, empujar a los acompañantes o subir al escenario con la cara maquillada como el famoso joker de Batman.
"Radio" y "Silver City" (ambas de su último disco Rock and Roll Is Alive) fueron otras de las canciones más coreadas por el público, y en las que el batería Chris Poole más se dejó los brazos y la pierna.
The Jokers mostró en Castellón por qué la discográfica SPV había apostado por su rock’n roll convincente. Después de agradecer con un "The Jokers love to stay here in Spain" y varios "Muchas gracias" con acento de guiri, los cuatro de Liverpool bajaron del pequeño escenario y se despidieron personalmente de los que nos habíamos acercado hasta el local con un apretón de manos.