14 Octubre de 2018 en sala Stage Live, Bilbao

• · Grupo: Abel Pintos.
• · Público: Unas 100 personas.
• · Precio: 20 euros en venta anticipada.
• · Promotor: Get In.

Abel Pintos empieza su concierto en Bilbao a las 21:16. La sala está medio llena si miramos con optimismo. Supongo que el retraso de 15 minutos les sirve para ver si entra alguien más. Sale, viste unos chinos claro, camisa negra, Oxford de charol y chamarra negra vaquera con tachuelitas. Lleva gafas de sol. Aplausos. Nos pide que le aplaudamos más, así que todo el público le demostramos que sí es bienvenido y que se lo va a demostrar a lo largo del bolo.

Suena un grito de... ¡Tío bueno!, que creo que Abel no escucha, está muy concentrado en el comienzo. Abre con "Cómo te extraño", para calentar la voz, seguida de "El adivino", dos himnos ya a estas alturas de su carrera. Se muestra tímido en el escenario en los fragmentos instrumentales pero muy suelto en los vocales. Canta "Tiempo" y nos cuenta después que en 2015 actuó por estos lares en una sala muchísimo más pequeña que ésta, ante 40 locos (dos de ellos presentes hoy, por lo que se oye en el fondo). Estaba eufórico porque entonces iba a publicar en breve su disco Único, primer álbum en directo de su carrera...

Foto: Abel Pintos en el centro en su concierto en la sala Stage Live de Bilbao

Nos dice también lo que ya sabíamos (porque estuvimos allí), que estuvo en mayo por Bilbao porque Andrés Suárez le cedió –con generosidad- el micro para tocar unos temas, precisamente los que abren este nuevo concierto. Sintió felicidad entonces por estar de vuelta en Bilbao y esa felicidad fue doble cuando 10 días después le informaron de la presente gira.

Ataca temas como "Aquí te espero", "Aventura", "Pájaro cantor" y "Oncemil" de seguido. El público ya está totalmente entregado. Se quita chamarra y gafas. Se oyen vítores, "eo, eooo, eo, Abeeeel, Abeel". Me detengo en él: emocionado y feliz, muy feliz, en las pausas no se ve otra cosa allí encima que su amplia sonrisa, sin enseñar dientes, de oreja a oreja y un tipo tímido con las manos en los bolsillos. (no deja de moverlas al cantar).

Al rato se queda sólo con su hermano, a la guitarra eléctrica, y se calzan juntos un "Mariposa", canción de aplauso largo. Voz inconmensurable y un guitarrista que no echa de menos a los que marcan el ritmo, baterista y bajo. Sigue intentando rompernos: "Tanto amor", a voz y piano en el precioso "Sin principio ni final". Después interpreta "Solo", a solas esta vez con la guitarra acústica. Vuelve a contarnos: que tuvo una infancia muy feliz, que lleva 23 años cantando (bromea con que tiene 27), nos dice que de pequeño comunicaba sus emociones dándole al play de canciones ad hoc, hasta que decidió componerlas (a los once años) y no usar las de otros.

Añade que empezó con el folclore, lo que da pie para continuar con tres piezas de ejemplo: "La flor azul" (con la platea gritando cuando canta "de noche la voy buscando por la Cruz del Sur"), "Zamba por vos" y "Zamba para olvidar", suficientes estas dos para que Abel intuya que hay argentinos/as presentes, al verles bailar juntos esta danza típica del norte del país.  Y sigue con "Una razón", "Flores en el río", "El mar". Y se me ponen los pelos de punta al escucharle desgarrador ese "nunca sabrás lo que duele tu nombre".

Foto: Abel Pintos a la derecha cantando con gafas de sol guitarra en mano

Caen "Ya estuve aquí" y "No me olvides”  antes de presentar a todo el equipo, sonando a despedida. Abel agradece a los que han hecho kilómetros para estar ahí y a los acompañantes, artífices del 50% del éxito de los bolos. Mi acompañante está agotada, como yo, después de un trekking matutino y hubiera disfrutado más de un artista tan intimista de haber tenido unas sillas. La última canción del concierto es "Motivos", se la dedica a ellos ("quiero ser tu acompañante", uno de sus versos).

Se va, y como no puede ser de otra manera, vuelve a por los bises, cambiado de ropa (camiseta blanca y chupa negra de cuero, sombrero negro) y diciendo que no lo tenían preparado. Ríe. Suena "La llave" y "De solo vivir". Y encara "A-dios",  para irse quedando solo en el escenario (uno por uno se van yendo los músicos) repitiendo "te pensaré, te sentiré, te extrañaré, cada día" ya a capella, ningún verso cantado igual que el anterior, ya entre susurros, hasta el fundido a negro.
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